Cuando George Bush era candidato presidencial, yo compartía la opinión de la mayoría de los norteamericanos: el tipo era un idiota. Sus comerciales eran cómicos. Sus discursos absurdos. Su propuesta, cuando más, parecía escrita por un Jerry Lewis. Yo prefería ver sus discursos presidenciales antes que Seinfeld. Eran comiquísimos. No había la menor duda de que Bush apenas sería recordado como uno más que quiso ser presidente de los Estados Unidos de América. Lamentablemente, como dicen en Venezuela: Billete Mata Galán.
Una vez en la Casa Blanca, (vía panas en la Corte Suprema), había dos cosas que nos preocupaban de George Bush. Que como buen republicano, se enfrascara en guerras y que como consecuencia cayéramos en crisis.
Sin embargo, creíamos que quizás, solo quizás, si Bush era tan incompetente como parecía, pasaría sus cuatro años de vacaciones en Washington sin quitarnos mucho el sueño.
Que ilusos.
Los primeros signos de que habíamos cometido un grave error fueron inofensivos. Que nuestro presidente dijera cosas como «La contaminación no es lo que esta dañando el medio ambiente, son las impurezas en el aire y en el agua»; o «La mayoría de nuestras importaciones vienen del exterior» era solo un detalle que no parecía ofrecer ningún riesgo.
Pero pronto pagaríamos por nuestro optimismo. En Septiembre de 1999, el presidente Bill Clinton, había anunciado en cadena nacional que «habíamos cerrado el libro de los déficits y abierto la puerta a una nueva era de oportunidades económicas». El superávit del gobierno federal había sido calculado en $115 billones de dólares. Cuando George Bush tomó el poder en el 2001 había llegado a 127 billones. Para el año en curso el déficit presupuestario se calcula en $455 billones. Su incompetencia pasó de ser un detalle, a ser motivo de preocupación nacional. Y ascendió a internacional cuando pretendió hacerse cargo del mundo de la misma manera que se estaba haciendo cargo del país.
Hubiera tomado un Mahatma Ghandi no haberse enfrascado en la invasión de Afganistán tras el ataque del 11 de Septiembre. Sin embargo, corregir el curso no hubiera costado mucho una vez terminado el trabajo. Pero la senilidad atacó demasiado rápido y antes que pudiese hacerse algo, George Bush, el tranquilo, aunque torpe tejano, se transformó en el arbitrario líder que es hoy en día.
Y la prueba más contundente de esto la encontramos en la manipulación mediática total que ha sufrido la prensa norteamericana en apenas tres años. Creanme, lo que viene no es bonito.
La primera vez que me di cuenta de esto fue en una rueda de prensa llevada a cabo en la Casa Blanca en marzo del 2003. Era su octava desde tomar el mando. El tema de discusión, se suponía, era la propuesta presidencial de sobrepasar la autoridad de las Naciones Unidas e ir a ataque frontal contra Irak si no se cumplían con las inspecciones en busca de armamentos.
Pero no hubo ni una sola pregunta (o respuesta) digna de recordar con respecto a este asunto. Las más iluminadas de todas llevaron a George Bush a responder «desarme total,» «cambio de régimen,» y «armas de exterminio masivo» como un loro, sin que nadie tuviese los cojones de pedirle que se explicara un poco más. En cambio preguntas como esta fueron temas de discusión: «Señor Presidente, con el país a punto de ir a la guerra, y muchas organizaciones…presionando por continuar la vía diplomática a través de la ONU, ¿Como lo guía la fe en este momento?». The Boston Globe publicó al día siguiente, que «aguantando las lágrimas, Bush dijo que él rezaba todos los días por que pudiera evitarse el ir a la guerra…» En el mundo periodístico esto es el equivalente a caer de rodillas bajarle los pantalones y darle el sexo oral a alguien que te acaba de escupir en la cara.
Solo un presidente había sido tratado con tanta pleitesía como Bush, Ronald Reagan. Pero aunque entonces era igual de inexplicable, Bush no tiene ni el carisma, ni esta en las mismas circunstancias que se vivía en los años ochenta. Mis dudas con respecto a la espontaneidad del interrogatorio se aclararon cuando el corresponsal de CNN, John King, pensando que era su turno (quizás lo era) empezó a levantar la mano como un degenerando provocando una respuesta que, sin ninguna sorpresa, ha sido borrada de la historia americana para siempre:
Bush: «Estaré contigo en un minuto. King, John King. Esto es un guión…»
Bush: «We»ll be there in a minute. King, John King. This is a scripted…»
En ese momento la cámara se paralizó y de un golpe se movió hacia un lado perdiendo el foco sobre unas plantas que adornaban el podio presidencial. Al enfocar nuevamente a Bush, el mismo estaba parado con la vista perdida en el infinito esperando por una señal para seguir con el teatro.
Este momento podría definirse como el más vergonzoso del gobierno de los Estados Unidos en toda su historia.
Y esto era solo el comienzo. Al día siguiente, seguro del escándalo que habría en la prensa salí temprano de casa para disfrutar de las primeras planas norteamericanas, solo para encontrar que el episodio había sido ignorado por completo. Los analistas políticos, en vez de escribir cosas como «Anoche durante la rueda de prensa el presidente Bush lució como todo un retardado mental» publicaron cosas como la de las lágrimas en los ojos que dije anteriormente. El Boston Globe describió a Bush como un cowboy heroico en busca de justicia mundial.
Apenas el New York Times describió en algo lo que había pasado ese día. En el reporte de la rueda de prensa publicada en su website, el Times escribió: «el señor Bush, luciendo sedado (itálicas mías) en una conferencia poco común, dio una imagen de protector de la nación…». Pero incluso esta insulsa descripción fue demasiado para los dueños del periódico y cuando el Times salió a la venta en la mañana la sentencia había mutado a lo siguiente: «el señor Bush, en una conferencia poco común, dio una imagen de protector de la nación…».
Todo esto pudo muy bien haber sido un episodio aislado, producto de una administración desesperada. Pero en los últimos meses, signos de que la libertad de prensa ha sido efectivamente eliminada han empezado a aparecer por todas partes. Especialmente en los juzgados y cárceles de los Estados Unidos.
En este momento, periodistas que no se comporten (como en que no se limiten a las preguntas pre-aprobadas por la Casa Blanca) son vetados de recibir invitaciones a las ruedas de prensa presidenciales. Y cualquier otra cosa que suene a antiamericanismo de acuerdo a Donald Rumsfeld, produce una visita por parte de las agencias de inteligencia.
En Julio del 2003, Los ángeles Times publicó una caricatura por Michael Ramírez, donde aparece un hombre apuntando una pistola a la cabeza del presidente. La foto es una versión de la famosa foto de la guerra de Vietnam donde un general le vuela los sesos a un soldado disidente. En la caricatura, el hombre con la pistola lleva escrito en la espalda la palabra política. El escenario es descrito como «Irak».
Ramírez es un conservador republicano a tiempo completo que apoya el gobierno de Bush y la guerra en Irak. Su intención era pintar a Bush como víctima de la politización de la guerra tal como había sucedido en Vietnam.
El 21 de julio Ramírez recibió una visita del servicio secreto. Esa mañana lo habían llamado por teléfono, diciéndole como en las películas, queremos hablar con usted. Ramírez pensó que era un chiste, y le preguntó al interlocutor que como sabía que era un verdadero agente del servicio secreto. La voz le respondió: porque tengo traje negro, lentes negros y credenciales. Ramírez aún incrédulo le dijo que podía venir cuando quisiera pero que no olvidara las credenciales. En media hora el hombre de negro estaba en su oficina y Ramírez actualmente esta bajo investigación.
Otro hombre de nombre Richard Humphreys, discutía con unos amigos en un bar cuando el barman escuchó que en la conversación dijeron algo raro referente a Bush. Bush estaría en el cercano Sioux Falls al día siguiente, por lo que el bartender llamó a la policía para contarle que alguien hablaba de quemar vivo a Bush. En la policía Humphrey declaró que lo que había hecho era una referencia bíblica al arbusto ardiente (burning bush en inglés), sin embargo Humphreys fue arrestado por amenazar al presidente y ya ha sido condenado a más de tres años de prisión. La decisión esta siendo apelada.
Pero sin duda alguna el caso más patético y público de la mordaza que existe en este momento es el de la cobertura de la guerra en Irak.
Hasta ahora ha habido más de 2000 soldados americanos heridos en Irak. ¿Han visto las fotos? Bueno, yo tampoco. Esto es por que las ceremonias que los americanos solíamos hacer cada vez que un soldado muerto llegaba a los Estados Unidos con la bandera sobre la urna han sido eliminadas por completo, al igual que los reportajes desde cualquier hospital de campaña y en especial desde el hospital de Ramstein en Alemania, donde son llevados los soldados heridos en combate.
Sin embargo, escenas de los malvados iraquíes nos bombardean casi a diario. En octubre, una cinta que Fox llamó de fuentes anónimas no relacionadas con el gobierno, mostró escenas de ejecuciones y torturas realizadas durante el gobierno de Hussein. La cinta mostraba «el castigo brutal» aplicado a los iraquíes durante el gobierno de Saddam a aquellos que osaban ignorar sus ordenes.
En CNN, la cinta mostró hombres siendo azotado, tirados desde lo alto de edificios y amputados o degollados con espadas. Según el canal esto era lo menos grotesco de la cinta.
La cinta, aunque verdadera, me hace preguntar: Primero: que raro que la cinta, conseguida al comienzo de la guerra, solo aparece ahora que la popularidad de Bush empieza a desintegrarse. Y segundo: ¿Como si la administración Bush esta tan preocupada por no aterrorizar al público norteamericano (su patética excusa) con las imágenes de sus soldados muertos, piensa que los muertos iraquíes son menos chocantes?
Su política del silencio no sólo revela su desprecio por la prensa, sino que también dice mucho de su desprecio por los soldados norteamericanos que sirven en la guerra. Bush ha usado los portaviones y sus marinos como fondo de sus fotografías propagandistas, que muy seguramente veremos en las próximas elecciones, pero es indiferente a la desaparición de hombres y mujeres uniformados de Estados Unidos. Los muertos americanos ya casi llegan a 400, y Bush todavía no ha asistido a un sólo funeral.
Según Bush la formula es Cero por Cero igual Cero. Cero información por Cero posibilidad de que nos enteremos de lo que realmente esta pasando, es igual a Cero riesgo en la futura pelea por la reelección.
Con todo lo que esta sucediendo solo tengo que decir una cosa. Tengan miedo. Tengan mucho miedo. Yo mismo lo pensé dos veces antes de escribir este artículo. Tan ridículo como pueda parecer, la política de persecución esta funcionando.
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