¿Asustado? ¿Quién no¿
El mismo día de los ataques terroristas en Londres, las autoridades de Nueva York se dieron cita en City Hall para establecer un plan de acción contra posibles ataques de este lado del charco. Así que mientras Londres era puesto en estado de sitio y Tony Blair declaraba que cualquiera con nexos o simpatía por grupos terroristas iba a ser objeto de la persecución del estado, Nueva York decidió hacer lo mismo que ha hecho en lo últimos cinco años: nada.
Desde el 11 de septiembre de 2001, Nueva York ha implantado un buen montón de iniciativas para evitar que suceda otro ataque. Casi todas improvisaciones absurdas que sólo duraron días, y cuyo único objetivo era dar a la población una sensación falsa de seguridad y vigilancia. Esta actitud ha revelado en cada ocasión que nuestros agentes de seguridad no tienen la más mínima idea de lo que están haciendo y que además no están aprendiendo de sus errores. Pero sobre todas las cosas, que sus objetivos son distintos de los que nosotros esperamos.
Por ejemplo, desde los ataques en el 2001, la MTA ha recibido más de $600 millones para implantar medidas de seguridad en las casi 600 estaciones de tren y metro que sirven a la ciudad, pero al sol de hoy apenas se ha gastado $40 millones, la mayoría en propaganda (¡Si ves algo, di algo!) y entrenamiento de personal en caso de emergencia. Esto no es un signo de una organización en estado de alerta terrorista.
Sin embargo, está en línea con la estrategia de la administración Bush de ignorar la gravedad de la situación en la que nos encontramos, al tiempo que se enfocan energías en lo que verdaderamente consideran una amenaza para la estabilidad política del estado: la disidencia. Ya que aunque los esfuerzos por detener un ataque han sido mínimos, cada vez que alguno se ha puesto en marcha; los únicos objetivos aparentes han sido sembrar el miedo en la población y justificar la estrategia militar del presidente manteniendo vivo el fantasma de un posible ataque. Por eso es que todas las medidas que se adoptan son descontinuadas apenas pierden fuerza en la prensa, nunca fueron efectivas, sólo medios de manipulación política y control ciudadano.
Así es que estrategias como las de poner a la policía de Nueva York a detener y revisar a los pasajeros del metro son puestas en práctica. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que es imposible evitar una tragedia en un sistema utilizado por 4.5 millones de personas al día. Pero políticamente dan la impresión de que se está haciendo algo y mantienen a la población en línea, evitando que piensen en otra cosa que no sea su propia seguridad, mientras hacen imposible identificar exactamente a lo que se están enfrentando.
A veces me es difícil creer que alguien pueda hacer estas cosas a propósito, pero un día después de los ataques en Londres, la policía diseminó una lista de características para ayudar a los pasajeros del metro a identificar a un posible terrorista. La lista incluye: gente con los puños cerrados; gente que se toca la ropa; gente que se pone mucho perfume; gente que suda; gente que no hace contacto visual; gente que murmura y todos aquellos que de alguna manera luzcan sospechosos. Es decir, 99.99% de los habitantes de Nueva York.
A mi gusta pensar que el estado hace este tipo de cosas para evitar el pánico, y que detrás de cuerda nuestra seguridad esta siendo atendida profesionalmente. Pero cuando leo cosas como esta lista, me convenzo de que la única razón por la que Nueva York no ha sido víctima de otro atentado terrorista, es simplemente porque Al-Qaeda así no lo ha querido.
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