Otto Reich

Otto Von Reich es toda una reliquia de la época de la Guerra Fría. Manipulador de excepción, su paso por la historia le ha dejado un mal sabor en la boca a muchos. Pero en medio de la agresiva política intervencionista de la administración Bush, Mr. Reich ha vuelto a la palestra política ante el asombro de la opinión pública mundial. Si la estrategia diplomática del gobierno de Bush para América Latina tuviera una cara, ésta sería la de nuestro querido Otto.

Desde su elección como presidente, Bush ha llenado el gabinete con gente digna de ningún crédito. Pero con Otto Reich ahora sí que definitivamente botó la bola.

Otto Juan Reich nació en la Habana, Cuba el 16 de octubre de 1945. Emigró con sus padres a Estados Unidos en 1960 y en 1966 se graduó de licenciado en artes en la Universidad de Chapel Hill, Carolina del Norte. Luego, en 1973, obtuvo una maestría en artes en la Universidad de Georgetown, Washington.

En 1967 se enlista para ser oficial del ejército norteamericano y hasta 1969 se desempeña como funcionario de Asuntos Civiles en Panamá. En 1970 se retira y se dedica a la política con un cargo como asistente legislativo de la Cámara de Representantes del Congreso.

De 1976 hasta 1981 trabaja como director de operaciones del Consejo de las Américas en Washington y más tarde pasa a la agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés).

El USAID, fachada de la CIA como agencia de asistencia económica, preparó atentados contra Fidel Castro durante los años setenta, realizó la investigación de focos comunistas en América Latina, y dio fondos a las dictaduras argentina, brasileña, uruguaya y chilena.

En 1983 el presidente Reagan le asigna el cargo con el que malamente pasaría a la historia, Consejero Especial para la Diplomacia Pública del Secretario de Estado. Su asignación terminaría con la explosión del escándalo Irán-Contra, una historia que ni el mejor guionista de Hollywood pudo haber imaginado. La oficina desaparecería tras la salida de Reich.

Reich transformó su oficina en una agencia de desinformación y guerra psicológica. Según investigaciones del gobierno norteamericano, desde su puesto Reich redactó editoriales que enviaba a periódicos como si fueran escritos por líderes de los contras nicaragüenses. El objetivo era vender a los contras como luchadores por la libertad al público norteamericano, tratando así de eliminar el embargo a la venta de armas a los contras y derrocar al gobierno sandinista que había llegado al poder en 1979.

Y para esto no paró en detalles. En revelaciones salidas a la luz pública más tarde se supo que con el objeto de reunir fondos para apoyar a los contras estuvo la venta controlada de drogas en los EE.UU., mientras enviaba reportes falsos de inteligencia a las agencias noticiosas diciendo que eran los sandinistas los que se encargaban del tráfico.

Pero de todos los cuentos creados por Reich, el más increíble fue el de la supuesta adquisición por parte de los sandinistas de Migs en Yugoslavia para invadir a los Estados Unidos por Texas, el cual soltó, «por casualidad» en los últimos días de la campaña de reelección de Ronald Reagan.

Reich, desde su oficina se encargó de desacreditar a los periodistas que criticaban a la administración de Ronald Reagan. Según Jeff Cohen, periodista de la cadena Fox de la época, en 1985 se sugirió desde la oficina de Reich que los reporteros de Estados Unidos recibían favores sexuales de los sandinistas quienes les proveían prostitutas a cambio de artículos favorables. Y para rematar, Reich le dijo al New York Magazine: «No son sólo mujeres; para los periodistas gays también consiguen hombres».

Pero Reich no tenía la culpa de todo, durante este período que casi le cuesta la presidencia a Reagan, Otto le reportaba directamente a Oliver North.

Tras el escándalo, Reich fue premiado, con la embajada de Venezuela desde 1986 hasta 1989. El gobierno de Venezuela aceptó darle el placet a regañadientes tras recibir presiones de Washington. Y apenas puso pies en tierras venezolanas dio inicio a una de las asignaciones diplomáticas más vergonzosas de la historia norteamericana. Lo que comenzó con presiones para evitar que se invitara a Fidel Castro a la toma presidencial de 1989, terminaría con la solicitud de liberar al terrorista Orlando Bosch, quien había derribado un avión de Cubana de Aviación en 1976 causando la muerte a 76 personas, incluyendo a todo el equipo cubano de esgrima. Las gestiones para liberar a Bosch, aunque exitosas, al final le costaron el cargo al cual, según la versión oficial, renunció.

Entre 1991 y 1992 Otto Reich es enviado a Ginebra como representante alterno de Estados Unidos en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra (¡Qué bolas!), y en 1995 Reich ayudó a redactar la ley Helms-Burton, que empeoró las condiciones del embargo a Cuba con, entre otras cosas, la penalización de empresas que hicieran negocios con la isla. Entre los promotores de la ley está el principal cliente de la firma consultora de Reich, Bacardi and Co., que ahora asentada en las Bahamas busca tener de vuelta las destilerías nacionalizadas en Cuba y que hoy en día produce el ron Havana Club con la ayuda de su rival, la multinacional francesa Pernod-Ricard S.A. que es objeto de una demanda en EE.UU. por el uso y trato con las plantas en Cuba.

Otto acaba de ser elegido por el presidente Bush como Secretario de Estado Asistente para los Asuntos del Hemisferio Occidental. Dado su «currículo», el senado advirtió al presidente Bush que rechazarían cualquier intento de incluir a Reich dentro del gabinete, pero haciendo uso de un tecnicismo, Reich fue elegido al cargo mientras se resuelve la disputa entre congreso y presidente, movida que lo mantendría allí por al menos un año.

La treta no es pura casualidad. El hermano del presidente Bush, Jeb, cuenta con los votos cubanos para su campaña de reelección en la Florida a finales de año. La elección de Reich, por supuesto, obedece al interés de mantener el apoyo cubano en Miami.

Moraleja: Si leen un editorial sobre Venezuela, fíjense muy bien en la firma, quizás se parezca a la de algún líder nicaragüense de antaño.


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