Si algún personaje salió de la segunda Guerra del Golfo, fue el ministro de información de iraquí. Antiguo ministro de Relaciones Exteriores, pasó a la historia por el increíble estado de negación en que parecía encontrarse, ante la inminente invasión por parte de los aliados. Y su trabajo no fue en vano. Las agencias noticiosas transmitían su mensaje como real, al menos al principio, sólo para súbitamente cambiar las noticias de un día para otro. Irak no iba ganando.
Pero a pesar del lugar que ha conseguido en la historia, la información sobre Mohammed Saeed al-Sahaf (también Mohammed Said al-Sahhaf) es escasa y confusa. Es decir, el hombre tiene todo para convertirse en una leyenda.
Nació en 1940 en Hilla, una población cercana a Karbala en Irak, y en 1963 se unió al partido Baath. Su impecable hoja de servicio al servicio del partido y la lealtad que demostró durante años, le ganaron la simpatía del líder de facto iraquí, quien pronto le destinó al servicio diplomático.
Allí sirvió como embajador en Suecia, Birmania, la ONU e Italia. Con la experiencia acumulada durante el servicio internacional, y la capacidad que demostró para relacionarse con los altos personeros del mundo político, en 1991 Saddam Hussein le ordenó regresar a Irak para hacerse cargo del ministerio de relaciones exteriores.
Al-Sahaf se mantuvo en este cargo hasta abril de 2001. Mientras estuvo en la cancillería, su trabajo fue considerado poco menos que mediocre, dada la inadecuada comparación con su predecesor, Tariq Aziz. Las críticas internacionales llegaron a oídos de Bagdad, y por un supuesto impasse con Uday Hussein, hijo de Saddam. Al-Sahaf fue removido del cargo. Tras un limbo de varios meses pasó a ocupar el ministerio de información de Irak.
En este puesto, quizás bajo órdenes de Saddam Hussein, Al-Sahaf pasó a la historia por sus reuniones diarias con la prensa antes y durante la guerra en el 2003. Con el objetivo de mantener a la población iraquí, y a de todo el mundo árabe, alejados de la realidad de los acontecimientos y leales al régimen de Bagdad, al-Sahaf llevó el concepto de propaganda a niveles no vistos desde el régimen de propaganda del gobierno nazi.
Básicamente puras mentiras, a medida que avanzaba la guerra sus reportes sólo crecieron en fantasías y descripciones coloridas sobre la destrucción del enemigo a manos del ejército iraquí.
Pero lo que eran obvias mentiras para el mundo occidental, era ley en el mundo árabe y la derrota de los americanos y británicos fue celebrada en poblaciones a lo largo y ancho del hemisferio el 7 de abril de 2003, cuando la toma de Bagdad fue transmitida en vivo por la televisión norteamericana. Ese día, con tanques americanos patrullando las calles de Bagdad a apenas metros de donde él sostenía una conferencia de prensa, respondió a las preguntas de periodistas diciendo que no había tropas americanas en Bagdad, y que lo que se veía era sólo una ilusión creada tecnológicamente. Que los americanos y británicos todos se habían suicidado a la entrada de la ciudad
Alrededor del mundo árabe las televisoras se negaron a transmitir las escenas desde Bagdad, y algunos comentaristas intentaron seguir adelante con el juego del ministerio de información esperando un contrataque que nunca llegaría.
Actualmente desaparecido, los americanos presumen que está escondido en Siria, en su última aparición el martes 8 de abril de 2003, dijo que los americanos «más vale que se rindan o serán cremados en sus mismos tanques. Tienen dos opciones: se rinden o se rinden».
Siendo éste el hombre de más confianza de Saddam Hussein, y su fuente de información más fiel, no hay duda del porqué perdió la guerra.
Algunas de las declaraciones del ministro a lo largo de la guerra
«Los hemos encerrado dentro de la ciudad. Sus destinos están escritos».
«Hoy los hemos masacrado en el aeropuerto Internacional Saddam Hussein. Fuimos y limpiamos toda el área».
«Sí, las tropas americanas han avanzado en algo, pero esto sólo nos hará más fácil vencerlos».
«Los iraquíes rindiéndose en televisión no son iraquíes, son actores traídos por ellos mismos».
«Busquen la verdad. Siempre que yo les diga algo verifiquen mis palabras y sabrán que son verdaderas».
«Pueden ir a cualquier parte y no encontrarán nada de nada, sólo alcabalas iraquíes. Todo está bajo control».
«Les estamos dando duro por todos los flancos, el Norte, el Sur, el Este y el Oeste».
«Sus misiles no nos asustan. Los estamos agarrando como peces en un río. Durante los últimos dos días hemos tumbado 196 antes de dar en el blanco».
«Esta gente está enferma. Andan diciendo que tienen 65 tanques dentro de la ciudad y créanme lo que les digo: eso no es verdad».
«Hemos destruido cincuenta tanques hoy, sí, un 5 y un 0. Cincuenta».
«Los americanos han empezado a lanzar una cajas que producen un sonido como el de una explosión, un gran ruido. Les recuerdo que su estrategia es lo que llaman Shock and Awe. Estas cajas tienen una sustancia que causa este ruido cuando caen, como si el universo estuviera explotando, pero cuando salimos no hay nada. Encontramos algunos clavos y tornillos y pedazos de metal. Ellos quieren engañarnos con este sonido, hacer que nos rindamos».
«Tratarán de entrar Bagdad, allí les aguarda una tumba».
«Ya veremos cómo cambian las cosas una vez que lleguen a Bagdad».
«¡Hemos Ganado!»
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