Mundos aparte: Irak-Barcelona

El domingo 13 de febrero en Barcelona lució un buen sol, a pesar de la ola de frío polar que atravesaba la Península Ibérica, lo que no estuvo mal porque me permitió lucir abrigo hasta los tobillos y gafas oscuras a la vez, en plan totalmente Matrix. Las elecciones en Irak eran la noticia principal de la sección de internacional de los periódicos, pero sin extralimitaciones extraordinarias.

El País le dedicó un artículo editorial al tema, que debió compartir espacio con otros dos. Mala señal: sólo los temas verdaderamente importantes merecen que el heraldo de la progresía les dedique en exclusiva el editorial del día. Irak tuvo que compartir espacio con temas tan apasionantes como la sentencia que suspende las ventajas para Euskadi en el impuesto de sociedades y la conferencia sobre la biodiversidad celebrada en París.

El ABC también abrió editorial con las elecciones en Irak, pero al heraldo conservador tampoco le pareció éste un tema suficientemente importante, y le hizo compartir espacio con -vaya por Dios- otro gran tema, la entrega de los premios Goya. Aunque en el fondo, para ellos, quizá sea una variación del mismo tema, pues el ABC anda un poco escocido con la gente del cine desde que transformaran la anterior ceremonia de entrega de los Goya en un mitin en contra del gobierno del Partido Popular y su política de apoyo a Bush en la invasión.

El resto de periódicos siguieron algo por el estilo. Editoriales de componenda, noticia de apertura de la sección internacional, y poco más. Ningún columnista se dedicó al tema, con la notable excepción de Saïd K. Aburish en La Vanguardia, con La ficción iraquí: «Irak se cuenta entre las principales derrotas de la política exterior estadounidense. Las elecciones parlamentarias que se celebran hoy en Irak son un intento de que la derrota no degenere en desastre. La posibilidad de una victoria norteamericana ha dejado de existir«. En general, todos coincidieron en la perogrullada de que los Estados Unidos la han cagado mucho en Irak (hasta el ABC, ¡oh sorpresa! lo reconoce) y que, con reservas, las elecciones pueden ser una oportunidad de borrón y cuenta nueva para los iraquíes.

En las cadenas de televisión, lo mismo. Se abrió internacional con Irak y a otra cosa, mariposa. Ningún programa especial de seguimiento, ningún programa especial de debate. En Madrid se convocó a una manifestación para denunciar «la manipulación electoral en Irak». Los medios les dedicaron unos pocos minutos del telediario, pero la verdad es que a la mani fueron cuatro y el cabo. Qué diferencia con el millón y pico manifestándose en Madrid y el otro millón y pico manifestándose en Barcelona contra la guerra en tiempos de Aznar. Pareciera que tras la retirada de las tropas españolas, los izquierdistas de este país consideraron que ya habían hecho todo lo que podían hacer por el pueblo iraquí y para qué pensar más en ello. Los derechistas, por su parte, consideran que cuanto antes se olvide la gente de Irak, también se olvidarán de lo mucho que la cagaron, así que para qué pensar más en ello. De hecho, por la calle, la gente ponía una cara terrible de no saber dónde ubicar Irak en el mapa, y desde luego ni zorra idea de que ese mismo día se celebraban elecciones allí. La capacidad de mis compatriotas para la amnesia de conveniencia nunca deja de asombrarme.

Al día siguiente, lunes perro, las cosas siguieron más o menos igual: el mismo sol, el mismo frío, el mismo look Matrix, la misma cautelosa atención de los medios de comunicación y la misma autoindulgente amnesia entre la población que, malhumorada y resacosa, se incorporaba a sus puestos de trabajo.

Sin embargo, se notan ciertos matices entre los distintos artículos editoriales. La moderadamente elevada participación creó cierto reluctante optimismo, o más bien cierto desconcierto, entre la prensa progre. «Los iraquíes desafían al terrorismo y acuden mayoritariamente a votar» «Los chiíes acuden a votar en masa para hacerse con el poder en Irak» tituló El Mundo. «Cierto es que las elecciones no resuelven el nudo central de la crisis«, dijo el editorialista de El País, no sabiendo muy bien a qué carta quedarse. La prensa conservadora, en cambio, estuvo exultante de optimismo.  «La lección de entusiasmo cívico que han dado los iraquíes acudiendo a depositar su voto pese a la certeza de que en muchos casos se jugaban la vida, representa un gesto de esperanza» «la paz y la estabilidad se pueden construir entre todos y que el mejor camino hacia la retirada norteamericana pasa también por las urnas«, dice el ABC, desbocadísimo (el ABC abogando por la retirada norteamericana, ¿es que ahora se permite el whisky en la redacción? Naah, es que George W. y Condoleeza insinuaron que se retirarían si se lo pedía el gobierno que salía de las urnas, que sin no…). Entre líneas se lee que, en el fondo, tampoco fue tan mala la invasión, ya que ha servido para traer la democracia a los iraquíes, tal como los hechos corroboran. Para los conservadores cualquier hecho les corrobora, sean éstos los que sean y pase lo que pase. Sinceramente les envidio la monolítica seguridad en sí mismos.

Y mientras tanto, en la calle, la gente sigue con su beatífica amnesia selectiva. ¿Irak? ¿Dónde está eso? ¿Bush? ¿Quién es ése? Oye, pero hablando en serio, el Real Madrid y el Barça se van a disputar el título de campeón de liga en un partido frente a frente. Eso sí que es como para no olvidarlo.


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