Las disqueras toman uno en el suiche

Si hay algo que las casas disqueras odian y temen con la misma intensidad es la transición entre un medio y otro. En sus casi 100 años, la industria de la música ha pasado, no sin dar la pelea, de la partitura, al fonógrafo, al sencillo, al LP, al cassette y al CD. Pero con la popularización del formato digital por primera vez esta parece estar perdiendo la batalla.

Pero no va a ser así tan fácil. La industria, representada por la RIAA (Recording Industry Association of America), cuyos miembros controlan el 80% del mercado música mundial a través de la firmas, Sony Music, BMG, Columbia Records, et al, ha dedicado la mayor parte de los últimos cinco años en armar el caso contra cualquiera que distribuya música en cualquier formato sin pagar las debidas regalías. Esto incluye las emisoras de radio, sitios web y hasta simples usuarios.

En lo que va de batalla ya han cerrado, comprado o quebrado a todo tipo de empresas que han considerado una amenaza. Entre ellas al primer programa en ayudar a distribuir masivamente música sin pago de regalías —el ahora legendario Napster.

Pero las empresas que controlan la industria del disco no tienen muchos adeptos entre los amantes de la música (e incluso entre algunos músicos), por lo que una batalla ganada puede ser sólo parte de una guerra perdida. Por eso han buscado el apoyo de otras víctimas del mismo virus para aumentar su poder de fuego.

Las pérdidas anuales mundiales atribuidas a la distribución ilegal a través de Internet son monumentales: la industria del software pierde $13 billones; la del cine $2.5 billones y la de la música $4.1 billones. Pero ¿a que amante de la música puede importarle que ésta ya no haga trillones sino sólo billones de dólares?

En uno de los intentos por detener el uso de los programas de intercambio de archivos MP3, la RIAA lanzó una increíblemente ridícula campaña por MTV y VH1 donde diferentes artistas le pedían al público que no destruyeran la industria del disco con estas prácticas. Los voceros incluían, entre otros, al rapero Nelly, Mariah Carey y los miembros de Metallica. Al mismo tiempo, programas llamado Cribs (Cunas) en MTV presentaban las multimillonarias casas de los artistas guiadas por ellos mismos. Los comerciales sólo duraron un par de semanas; hasta que alguien con más de dos neuronas se dio cuenta que el mensaje era contraproducente y con más efectos negativos que otra cosa.

En una encuesta realizada online por El Nuevo Cojo Ilustrado, los participantes contestaron casi unánimemente que no puede importarles menos el destino de la industria del disco o que tal o cual artista deje de hacer millones de dólares con su música. Y el panorama del uso de programas Peer to Peer (puerto a puerto) solo ha empeorado desde que la RIAA les declaró la guerra.

La mayoría de las compañías que desarrollaron estos programas estaban inicialmente en los Estados Unidos, pero al caer Napster, los que pudieron mudaron sus operaciones al extranjero. «Coincidencialmente» a países con poco, favorable o ningún ordenamiento legal en cuanto a derechos de autor se refiere. Este es el caso de Kazaa, el programa más popular para bajar música, el cual recientemente mudó operaciones a Holanda, Australia, Serbia y la isla de Vanuatu en el Pacífico sur.

La RIAA ha demandado a Kazaa en todas la instancias internacionales posibles sólo para encontrarse con un precipicio de vacíos legales que tomará años resolver. La Unión Europea, por poner un ejemplo, ya ha establecido que compañías como Sharman Networks (propietaria de Kazaa) sólo son perseguibles por delitos relacionados con los derechos de autor cuando estas se beneficien económicamente de la actividad, dejando boquiabiertos a los legisladores estadounidenses que inmediatamente calificaron la normativa como «inadecuada».

Como si esto fuera poco, la ley tampoco está del lado de la industria del disco. En Europa, donde los derechos de autor sólo tienen una duración de 50 años, un gran porcentaje de la música que ahora se intercambia en línea incluyendo lo primeros años del Rock & Roll está pasando al dominio público. Esto quiere decir que, si dos europeos intercambian canciones de Little Richards o la película «Blanca Nieves y los Siete Enanitos» de Walt Disney, no están cometiendo ningún crimen.

Todo este material es en este momento propiedad del mundo de acuerdo a las leyes europeas y en los próximos años artistas como Elvis Presley, Los Beatles y los Rolling Stones estarán en las mismas condiciones.

Otro de los nuevos medios en la mira de la RIAA son las estaciones de radio en línea. Estas han sido atacadas haciendo uso del panel de arbitraje sobre regalías provenientes de derechos de autor o CARP (Copyright Arbitration Royalty Panel), hijo legítimo de la RIAA que busca exterminarlas ahogándolas con royalties que por los momentos son de 0.07¢ de dólar por canción.

Tradicionalmente, las estaciones AM/FM no pagan esta tarifa y es práctica común que desembolsen un porcentaje de las ganancias a los compositores. Pero de acuerdo a Mark Cuban, dueño de los Mavericks de Dallas y ex-dueño de Broadcast.com, esta práctica era contraproducente para la industria. Cuban formó parte del equipo redactor de la ley cuando aún estaba en el negocio y todo ha salido como lo habían planeado. La idea era eliminar de una vez y para siempre el pago de un porcentaje de ganancias a favor del pago de un royalty por canción, lo cual en —en el caso de Cuban— lo beneficiaría al eliminar la competencia. Cuban vendió Broadcast.com a Yahoo! en agosto de 1999 por $5.7 billones.

La distribución de archivos MP3 es el desarrollo tecnológico más importante de la música desde la creación del walkman. A través de diferentes programas que se pueden conseguir en Internet un usuario puede poner a disposición de cualquiera otro —que use el mismo protocolo— su colección de música cuando la almacena en una carpeta compartida de su computadora.

La RIAA está teniendo grandes dificultades para atacar a estos usuarios finales, sin embargo aquellos que han almacenado música en servidores de universidades o de las empresas donde trabajan han sido demandados. De hecho, universidades como Harvard y Yale han recibido órdenes de tribunales para eliminar cualquier rastro de música de sus servidores.

Y la RIAA no se ha limitado a los tribunales en su lucha contra la piratería. El año pasado bajé la canción Master of Puppets de Metallica y la misma era un virus auto comandado que pareció borrar todas las imágenes y MP3s de la computadora. El virus según varias agencias noticiosas fue un experimento de la RIAA para atacar a los usuarios finales que tuvieran grandes cantidades de canciones en sus computadoras.

Por suerte el virus no borraba las canciones sino que cambiaba sus atributos para que no fueran visibles al usuario. Al apagar y prender la computadora el virus volvía a ponerse en acción y la orden era borrar todo lo que tuviera el atributo de «hidden» u «oculto». Por suerte me di cuenta a tiempo, logrando salvarme del ataque terrorista de la RIAA.

Lo más seguro es que todo lo que está haciendo la industria del disco sea en vano, no porque alguien gane o pierda, sino porque los avances tecnológicos hagan obsoleto el uso de MP3s con otro formato.

Microsoft, por ejemplo, ya está trabajando en popularizar el formato .wma (windows media audio), el cual no sólo es más pequeño que un MP3, sino que además tiene huellas digitales que permiten hacerle seguimiento al uso del mismo.

La RIAA, por su parte, ha formulado otras opciones. La primera de ellas es el formato seguro de CD. Este formato, que no permite su copiado a través del uso de una computadora, lamentablemente tampoco permite ser ejecutado en ciertos equipos electrónicos como reproductores para carros, lo que ha ocasionado que los consumidores en Europa y los EE.UU. los devuelvan en masa. Sin embargo, en Latinoamérica y otras regiones del mundo ha funcionado muy bien gracias a que el acceso a Internet aún es limitado.

Por los momentos el futuro parece estar en el Audio DVD. A primera vista este es un CD pero incluye material promocional que sería difícil de reunir completo usando la computadora. El Audio DVD incluye material escrito, mejor diseño de carátula y canciones en audio y video de alta fidelidad que permite que sea escuchado como CD o ser visto en un tocador de DVD o en la computadora.

Si este formato prevalece la piratería habrá tenido un efecto positivo en el mercado con el mejoramiento de un producto que era, en mí opinión, un robo a mano armada. Por lo general, un CD incluye un par de buenos temas acolchados entre canciones de relleno. Este relleno o «B-sides» está puesto ahí a propósito para llenar espacio y justificar la etiqueta de 20 dólares o más.

Cuando la radio apareció, la RIAA declaró que la industria moriría porque quién iba a pagar por música cuando podía escucharla gratis. Más tarde, cuando apareció el cassette, volvió a repetir el mismo show que ahora está armando con el formato MP3.

Si sólo dieran tiempo al tiempo se darían cuanta de que —como en otras oportunidades— esta es una época de transición y no tardarán en aparecer las soluciones tecnológicas o de otro tipo que vuelvan todo a la normalidad.

Definitivamente el negocio de la música no será el mismo otra vez, pero ¿quién va a evitar que los músicos toquen y graben para sus fans? ¿Quién va a detener a estos de escuchar lo que quieran, como lo quieran y cuando lo quieran?


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