Hasta que la suerte nos separe

Probablemente, la mayoría de ustedes, como la mayoría de aquellos con los que he discutido el tema, piensen que estoy loco por creer que el matrimonio está obsoleto. Y aunque admito que hacer esta clase de aseveraciones sobre una institución tan antigua suena completamente descabellado, cumplo con el penoso deber de informarles que no es así: el matrimonio es a la sociedad moderna lo que el apéndice es al cuerpo humano: un vestigio inútil.

En el pasado el matrimonio cumplía una función «protectora» para la familia. Pero gracias al avance de la mujer en la sociedad, lo último que estas necesitan es protección. El resto de la familia es otro cuento, y ya hablaremos de eso en otro momento. Hace apenas unas décadas la mujer no tenía derecho a educarse y era mal visto (y no menos difícil) que enfrentara la vida sola. Era un mundo de hombres para hombres donde las mujeres dependían de estos para bien o para mal (aunque casi siempre más para mal que para bien). En esa sociedad machista, la mujer necesitaba un compromiso que le garantizara soporte y «protección» a cambio de sábanas limpias y un par de orgasmos fingidos a la semana.

Hoy en día, excepto por lo de los orgasmos, la situación es bien distinta. Es cierto, aún existe discriminación, pero la mujer tiene, me atrevería a decir, las mismas oportunidades del hombre en casi todo. Y si a esto añadimos que tras una eternidad lidiando con tareas domésticas ahora son capaces de enfrentarse a casi cualquier reto, y una tasa de participación universitaria superior a la masculina, vale la pena preguntarse ¿quién necesita la protección de quién?

El avance de las instituciones financieras también ha ayudado a la muerte del matrimonio. Las familias nobles, ricas, burguesas o cualquier otra con algo más que el resto, usaban al matrimonio como arma para expandir y pasar riquezas de una generación a otra. Sin fondos mutuales, ni 401K, el matrimonio era la mejor opción para erigir desde pequeños negocios familiares hasta grandes reinados.

Pero hoy existen un sin fin de herramientas que permiten hacer lo mismo sin tanto peo. No hace falta casar la hija del zapatero con el hijo del dueño de la fábrica de suelas para crear una integración vertical. Y aunque es cierto que un BUEN virgo definitivamente jugaría un rol importante en expandir la riqueza familiar (afortunadamente para el hijo bizco del zapatero) ya estos tipos de acuerdos son obsoletos…al igual que el matrimonio.

Sin embargo, esto no es lo que me hace decir que el matrimonio es cosa del pasado. Lo que realmente me hace decirlo son los avances en la medicina. Sí, tal como lo lee, LA MEDICINA. Antes la gente se moría joven. Que carajo importaba decir «hasta que la muerte nos separe» si lo más seguro es que te matara un cocodrilo o la peste en unos pocos años. Y si sobrevivías al cocodrilo o la peste, lo más seguro es que te murieras del aburrimiento sin cine, tv, libros, etc. (ustedes ya agarran la idea).

En 1900, la expectativa de vida promedio era de 47 años. Si te casabas a los 20, estadísticamente, «disfrutarías» del matrimonio por 27. El final se veía cerca, así que carajo importaba casarse antes de estirar la pata. Que carajo importaba decir sí, si el tiempo del contrato era relativamente corto.

Hoy día, gracias a los avances médicos (a menos que vivas en Angola) la expectativa llega a 77 años. ósea, 30 más que hace cien años. Esto quiere decir, amigo o amiga, que si te casas hoy en día a los 20 años, tienes una buena posibilidad de durar así por 57 años. ¡Carajo! Y compartir quien sabe que por 57 años con la misma persona, es algo que no tenían en mente nuestros antepasados.

Por eso es que hay tantos divorcios. No es que hay menos amor, es que duramos más y el amor se acaba.

En vista de lo expuesto, propongo que en la ceremonia de matrimonio, para aquellos que aún no están convencidos que la edad mínima legal debería ser 40 años, reemplacemos la frase «hasta que la muerte los separe» por «hasta que la muerte los separa o 10 años, lo que pase primero. Este contrato puede ser renovado si las partes están de acuerdo en periodos de 5 años». Sé que ya no suena tan romántico como antes, pero créanme, es más realista.


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