Aún sigo soñando el sueño americano

Destila vida, destila fuerza, destila alegría. Emana música a su paso, ella es Colombia, ella es la Colombia de la que nos contó alguna vez García Márquez, la Colombia de la música, el baile y la alegría. «Y aún sigo soñando» es el título de su última canción, su marido la canta y ella hace los coros, el primer CD está pronto a salir en Colombia, significó un gran esfuerzo físico y monetario, pero ya está listo. Si Dios quiere llegará a las calles y si el jefe está de buenas, tal vez alguna de las canciones suene en las radios neoyorquinas y se rompa la racha de tantos años sin reconocimiento.

Luz Gaviria vivió casi todo en la vida, también perdió muchas cosas, incluso estuvo a punto alguna vez de perder la esperanza. Por suerte la recuperó y sigue en carrera hacia «el sueño americano».

Fue madre temprana en su tierra, tenía solo 14 años cuando nació su único hijo. Si bien sus padres se encargaron del nieto, a los 16 años viajó de Medellín a Miami para procurar unos dólares en función de su crianza.

Corría 1979 y llegó a la Florida, según ella, en el mejor momento. Trabajó de periodiquista (reparto de diarios) y de babysitter para familias colombianas y cubanas. Su sangre la devolvió a las flores y con ellas se ganó el sustento. Seis años vivió en Miami, rentaba sola un apartamento y podía mandar dinero a sus padres.

Una fábrica de electrónica la movilizó a Massachussets y la retuvo en Boston casi 4 años. Era un buen trabajo, pagaba bien y le gustaba. Por ese tiempo conoció a un Colombiano. Se enamoró y no dudó en casarse a los pocos meses. Luego de tres años se separó. Coincidió con el momento en que «la migra» la detuvo y debió invertir gran parte de sus ahorros en el pago de la fianza. Luego de tantos malos ratos decidió regresar a su país.

En 1988 se reencontró con su hijo luego de 9 años. Instaló una cafetería en su ciudad y demoró tres años en fundirse.

En 1991 concluyó regresar a Estados Unidos, una amnistía para aquellos que ingresaron antes del ’80 le dio la posibilidad de acceder a los papeles.

Inútiles fueron los intentos de traer consigo al hijo, no hubo forma de que el padre del niño cediera y las leyes colombianas dan mayor potestad al padre que a la madre.

Con el corazón quebrado pero llena de energía se instaló en Nueva York, una amiga la hospedó en un apartamento de Forest Hills.

Durante un tiempo trabajó de modelaje y tallaje de ropa y accesorios en factorías. También fue guardia de seguridad en discotecas, en algunos pubs y el aeropuerto La Guardia. Fue chica multiuso en los desaparecidos fast food Roy Rogers y finalmente optó por la limpieza. Quiso el destino que su lugar de trabajo fuera el World Trade Center, estuvo ahí cuando el primer atentado en 1993, eso le aseguró mucho trabajo en la etapa de reparaciones.

Con trabajo fijo y papeles en regla pudo ocupar su tiempo libre en su pasión por la música, compuso muchas canciones, algunas han sido grabadas y cantadas por músicos en su país, pero ella no ha recibido ninguna regalía.

«Ya no presto más mis canciones, antes yo era más inocente y no me importaba, ahora las registro».

Durante los noventas viajó regularmente a su tierra, al menos una vez al año visitaba a su hijo e intentaba traerlo, todo fue inútil. Se consolaba de su ausencia mandando dinero y regalos, pero no era lo mismo. Temía por su hijo además de extrañarlo, Medellín era un lugar muy peligroso para un adolescente, una tierra de nadie donde no estaba claro quien realmente ocupaba el puesto de autoridad.

Finalmente pasó. En agosto de 2000 recibió la terrible noticia del asesinato de su hijo y tiempo después muere su padre. Todo fue tristeza y depresión.

Siguió trabajando en el WTC, la suerte le dio franco el 11 de septiembre del 2001 y esa misma suerte le procuró la fuerza para reponerse poco a poco de su gran tristeza. Días después, y ante la imposibilidad de comunicarse con su familia en Colombia, escribió una postal con una cuartetas: Les envío esta postal / y con mi dolor yo quiero / contarles lo que pasó/ y hoy día como me siento. Por lo que aquí sucedió / que creerlo yo no puedo / hoy mi alma está de luto / y llorando está mi pueblo. …… Yo que huí de la violencia / que hay en mi tierra natal / aquí me tocó vivir / el terror y la maldad.

Su vida dio un vuelco a partir de ese día, valoró estar viva y volvió a la lucha.

Luego conoció a su pareja en un show de homenaje a «Los Visconti», él y su socio los imitaban a la perfección. Salieron un tiempo y decidieron rentar un apartamento en Jackson Heights, «la música nos unió y nos mantiene juntos» asegura.

Si bien el inglés nunca le representó un impedimento, se anotó en un curso gratuito para hablarlo correctamente. En ese mismo lugar consiguió trabajo, se ocupa de la limpieza. Sigue asistiendo al curso, pero ante todo le da vida al lugar con su humor, su música y sus chistes.

Asegura que todavía está a tiempo de cumplir el «sueño americano», este significa una casa propia, auto y buen dinero en el banco.

Su conclusión es que casi siempre estuvo sola, nadie la guió correctamente en sus decisiones y por eso se equivocó tantas veces.

Puede que tenga razón pero vislumbro que su camino está mucho más llano que 26 años atrás y su carisma y linda voz con seguridad la ayuden a conseguir todo lo que busca.


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