Alan García, Perú, infidelidades y perdones.

La infidelidad es una de las actitudes humanas de mayor difusión. El perdón hacia la infidelidad es un tema que ha preocupado tanto a psicólogos, sociólogos, encuestadores y, por que no, estadistas de los siglos XX y XXI.

La situación es la siguiente: después de un tortuoso matrimonio cargado de fracasos y engaños, la mujer abandona a su esposo. Las heridas son muchas, emocionales y económicas, pues el hombre gastó los ahorros en pavadas y, hablemos claro, no trabajó demasiado durante esos años.

Luego del divorcio, esta mujer se dejó manejar, ya sin fuerzas, por aquellos que al menos le aseguraban un plato de comida y le daban un dejo de paz a su vida. Hasta que lo consideró poco y le pareció que merecía ser respetada.

Luego salió con un hombre callado y pensativo del cual no tenía claro que era lo que hacía, pero al menos lo veía trabajar. Un tiempo anduvieron bien, pero nuevamente le pareció poco lo que este hombre ofrecía, por lo que lo fue abandonando poco a poco.

Mágicamente cada cinco años, su autoestima crecía a fuerza de halagos, aunque le resultaba extraño lo cíclico de su belleza, se dejaba seducir y, en efecto, optaba por alguno de los que la cortejaban.

Llegó el 2006, y este año se sintió fuertemente atraída por una mujer con voz de primavera. A su vez, un señor de aspecto popular, mirada soberbia y remera sin cuello le ofrecía cambiar de vida. Pero apareció su ex marido, asegurándole que había cambiado, que quería volver a casa, que la extrañaba, que olvidara el pasado, que lo perdonara.

Ella dudó, durante meses demoró su decisión. Fue paso a paso, su sexualidad pudo más que su pasión y descartó a la mujer de voz primaveral, dejando a su ex marido y al fanfarrón popular que revolotearan esperando su decisión.

Se arrepintió una y mil veces de haber abandonado a aquella mujer de voz de primavera, pero ya era tarde y debía optar entre dos que no la convencían, pero estaba obligada a elegir, no quería volver a sentirse sola.

El fanfarrón hablaba fuerte, solía pelearse en las esquinas y criticar mucho al ex marido, a ella le divertía la situación pero le daba miedo una vida junto a ese hombre prepotente, que además quería parecerse a un amigote del norte que a ella no le simpatizaba.

Su ex marido tampoco la convencía, aseguraba haber cambiado pero ella lo veía igual, incluso más gordito y charlatán que antes. Pero estaba más calmado, más asentado, más moderado que en sus años compartidos.

Ambos le dieron el ultimátum, ella debió poner todo en la balanza, lo más difícil fue cargar de peso sus esperanzas que de desconfiadas tendían a evaporarse.

A las 6 de la tarde del domingo 4 de junio de 2006, la decisión estaba tomada, ella no estaba feliz, incluso hará esperar un mes al elegido para dejarlo volver a casa.

La encontré cabizbaja caminando a paso lento por una vereda de Lima. -¿Qué hiciste? Le pregunté.

-«Y, MAS VALE MALO CONOCIDO, QUE MALO POR CONOCER».


Descubre más desde El Nuevo Cojo Ilustrado

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario