El giro a la izquierda que está dándose en América Latina simplemente es intolerable para Estados Unidos y, George Bush ha instruido a los miembros del gabinete para que busquen la manera de parar «amigablemente» a Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia y por supuesto también a Cuba. ¿La razón? Que estos países han empezado a atreverse a ventilar públicamente sus discrepancias con la superpotencia y a manifestar resentimientos por los descuidos y atropellos de la diplomacia del garrote impuesta por Washington.
Pero algunos países han ido más lejos que otros. Brasil ahora mismo lleva a cabo el ojo por ojo desde el primer día del 2004, con cada estadounidense que pisa suelo brasileño siendo encasillado o fichado como mejor les parezca. Esto en represalia por el trato humillante que están dando a los brasileños cuando llegan a los Estados Unidos. Argentina, por otro lado, dijo por medio de su embajador en Washington que ellos no quieren conflictos, que quieren dignidad para los argentinos. Y trataron de usar el discurso para no pagar ni un centavo más al Fondo Monetario Internacional. Pero como todos vimos, esto simplemente fue más de lo mismo, aunque haya sido en la dirección correcta.
El presidente de Brasil, dice que Estados Unidos no debería estar exportando a toda América Latina su agenda anti terrorista. Además reconoció correctamente, que son la pobreza y la exclusión las mayores amenazas a la estabilidad de Hispanoamérica. Pero a George Bush esto le importa muy poco. Este simplemente está desesperado por tener subordinados a los 33 países del área y poner en una caja a toda Hispanoamérica y el Caribe, para someterla firmando el ALCA, el programa recolonizador norteamericano, cuyo único objetivo, es recortar el déficit comercial norteamericano.
Todo este embrollo lleva a desenterrar la guerra fría en América Latina, con una caza de brujas que ya ha empezado a desempolvar términos que se creían desaparecidos en casi toda el área, como revolucionarios, comunistas y hasta terroristas. La base de la doctrina Bush es la creencia de que las relaciones internacionales son relaciones de poder y no de derecho, y que el derecho internacional sirve sólo para ratificar los resultados del uso del poder.
Esto lo confirman amigos dóciles como Canadá, México, Colombia y Chile que asumen sin chistar las tareas encomendadas por Washington, sin importarle mucho las relaciones con sus vecinos más cercanos.
Pero como los extranjeros no ganan elecciones, Bush ya empezó su trabajo de campo dirigido al mercado hispano.
A los americanos ya los tiene engatusados con el miedo al terror, y para mostrar a sus amigos latinoamericanos la bondad de papá Bush, ha recomendado una iniciativa unilateral de reforma migratoria. Que no es un acuerdo bilateral como quiere hacer ver Vicente Fox, ya que no hubo ni habrá negociaciones, ni compromisos de ambas partes, ni obligaciones o derechos, ni mecanismos de seguimiento, ni de solución de eventuales controversias. Nada, así que ni Vicente Fox ni el güero Castañeda deben decir que son los padres de este engendro.
Bush promovió la guerra como un producto seductor, ya que aceptó recientemente que desde que tomó posesión de la presidencia de los Estados Unidos, instruyó a sus asesores planear el derrocamiento de Saddam Hussein. A sabiendas que para lograr esto necesitarían arrastrar al pueblo estadounidense a una guerra. Para lograr el apoyo popular debieron tocar todas las cuerdas sensibles de la población, conmoviendo con historias de sufrimiento y relatos de horrores cometidos por el enemigo.
Y ahora, después de la guerra, sigue en la agenda política de reelección, el ALCA y poner orden en Ibero América.
Sólo espero que esta propuesta migratoria no sea un plan vacío, que muestre la bondad de la zanahoria y que al final sea el clásico garrote lo que espere a los trabajadores indocumentados enlistados en esta insípida propuesta de reforma migratoria.
Post Data: «Lacayo» de Bush, No; mi trabajo es serio y profesional, aclara Vicente Fox. Esta respuesta me recuerda al cantante Juan Gabriel que dijo. Lo que se ve no se pregunta.
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