Apreciado Raúl, Al leer tu columna mi supina ignorancia me golpea y golpea hasta quedar morado intelectualmente. Sólo hasta ahora me atrevo, a rastras, acercarme a la luz. Así que imploro tu comprensión por la pregunta que te planteo: ¿Por qué, ¡Oh sapientísimo señor! nos mamamos a políticos sabiendo que son tan mentirosos como nosotros los electores? Julio V. Alfonso, Caracas, Venezuela
Estimado Julio:
Esta es la pregunta de los cincuenta mil pesos. Y la respuesta más cercana a mi opinión es: no tengo la menor idea.
Con la política pasa lo mismo que con el matrimonio: tanto hombres como mujeres son felices hasta el momento en que se casan. Al día siguiente de hacerlo empiezan a quejarse de cómo ya no pueden hacer esto o aquello, o de como la pareja ronca, duerme, habla, come, etc., etc., eeeetc. Si todo estaba tan bien antes de casarse ¿para qué hacerlo? Esto es lo que me pregunto yo cada día después de las elecciones (y esto desde las primeras a las que asistí a regañadientes).
Pero tu pregunta es engañosa y pudiera salirte con una filosofada como ¿cuál es el origen de los partidos políticos? O irme hasta la pregunta que realmente quieres hacer, ¿Por qué nos dejamos gobernar por instituciones tan corruptas y perversas como los partidos?
Como todo, eso tiene una historia y no voy a desperdiciar esta oportunidad para aburrirte con el cuento ya que tú me aburriste con la pregunta.
Los políticos han existido desde que los primeros asentamientos humanos necesitaron de cierta organización para sobrevivir. En la antigua Persia a los regentes de los territorios miembros de la unión se les llamaba «sátrapas», lo cual deja ver claramente la degeneración que el término sufrió a través de los siglos.
Pero vayamos por paso y expliquemos brevemente la primera pregunta. El ser humano es de por sí un anarquista. Le gusta hacer lo que le da la gana. Lo cual, obviamente, va en perjuicio de su carácter civilizado, por ello, necesitó que alguien pusiera orden y creó el concepto de «Deberes y Derechos». Entonces inventó instituciones que hicieran valer estos deberes y derechos y colocó gente a la cabeza de ellas. Después esta gente se dio cuenta de que podía vivir fácilmente a costillas de los demás y nació la Política, que sin muchos adornos es «la ciencia que estudia el arte de vivir de los demás, a punta de ejercer el mayor control posible sobre el poder disponible en un estado«.
Aquí quiero mencionar el origen de una palabra en español que tiene mucho que ver con la estructura de la Roma antigua. Durante el Imperio Romano los políticos eran prácticamente la única clase pudiente. Ser miembro del gobierno te daba la posibilidad de tener monopolios sobre lo que se producía y vendía en todo el Imperio, lo cual generó fortunas que no envidiarían a las existentes hoy día—si caminas por Roma y miras los restos de las viviendas antiguas entenderás de lo que hablo. Estos políticos se hacían ricos de la noche a la mañana y lo peor de todo es que era legal. El Imperio Romano duró unos 800 años y durante ellos estas fortunas crecieron y crecieron y mientras los valores morales se disolvían sin dejar rastro.
Una de las consecuencias de este sistema fue la aparición del «ocio» como cualidad. Cualquiera que trabajase era considerado inferior y el otio (ocio en latín) era considerado como la más refinada de las características de un hombre. En consecuencia, aquellos que tenían algún negocio estaban en directa contraposición con la clase gobernante. Estos eran los hombres que no tenían ocio, o nec otio (sin ocio). De allí evolucionó la palabra «negocio» que hoy en día significa todo lo contrario (sólo por mencionarlo, hace poco leí un obituario de hace 100 años donde se describía al difunto como «refinado y culto, un gran bebedor y fumador» lo cual también da una idea de cómo los valores cambian en el tiempo).
Pero volviendo a los políticos. Quizás vos mismo hayas dado con la respuesta. Todo es cuestión de pura y simple ignorancia…y de la globalización de los asuntos del Estado. Pongamos el caso de tu país.
Hace 200 años Saddam Hussein hubiera gobernado feliz y contento hasta morir de viejo. Hoy día no se sabe siquiera si está vivo. ¿Por qué? Porque el mundo ya no termina en el horizonte. Hay gente que tiene intereses sobre lo que tienes y sobre cómo lo manejas. Y si no haces lo que se espera de ti, kaboom, hay te vienen 30 toneladas de acero con un God Bless America escrito en la punta.
En tu país la política estuvo manejada por un montón de buenos para nada por 100 años, pero mientras mantuvieron el statu quo de un sector de la población todo estuvo bien. Mientras tanto se robaron 4 planes «Marshall», pero Estados Unidos nunca dijo una palabra y todo el mundo vivió feliz y contento. La población pobre siempre es más fácil que controlar que la adinerada—por escasa que sea— (no más recordar a María Antonieta y la famosa guillotina le baja los humos a cualquiera), por lo cual la gente tiende a mamársela convenientemente antes que ver marines cayendo del cielo armados hasta los dientes. Dejar que unos cerdos fascistas gobiernen a tu país, por más malos que sean, siempre es una mejor opción que eso.
Pero en realidad a veces a la gente simplemente no le importa mientras reciban sus tres golpes al día y no los maten en la calle. El miedo, la ignorancia, el desinterés o la desidia son las que han hecho de los políticos el mal de nuestros tiempos y los tiempos por venir. Mejor dejarlos con sus intrigas antes de empeorar las cosas tratando de poner un grano de arena en el asunto. Después de todo, ¿quién con un cachito de dignidad quiere pertenecer a semejante grupo?
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