Popular entre pintores de brocha gorda, El Universal, esa institución venezolana del periodismo, entrevistó al editor de El Nuevo Cojo, en un vano intento por llenar sus páginas con otra cosa más que las marcas de un rodillo. Pero a la hora de publicarla, algo se perdió en el camino: el 99% de ella. El Nuevo Cojo, empeñado en torturar a sus lectores, les presenta aquí la entrevista en su totalidad. Aunque pensándolo bien, quizás no se perdieron de nada.
Ana María Hernández, columnista de la sección Tiempo Libre del diario El Universal, puede considerarse como una mujer con excelente olfato periodístico. Viendo la noticia donde historia hay, no tardó en escribirle al editor de este periódico para enterarse de los entremeses que llevaron a su creación, poniéndolo en una situación bastante difícil.
Pocas horas antes que su e-mail llegara a nuestro buzón, periodistas de todas partes del mundo atormentaban nuestros teléfonos pidiéndonos la exclusiva. Pero al final, decidimos elegir al primer periódico venezolano que nos escribió.
Y de esta manera dejamos prueba de lo que un par de dólares, ocio y un montón de malas ideas pueden producir cuando reaccionan en conjunto.
He aquí la historia.
El lugar: Las oficinas de El Universal en Caracas para Ana María (recuerditos de bautizo rodeando la computadora en extraño y criollo ritual) Mientras, en Jersey City, EE.UU., el editor de éste periódico, sin afeitar y con aliento a tabaco rancio, respondía a sus preguntas en ropa interior frente a la computadora, tratando en vano de no pensar, por alguna extraña razón, en las toninas de Narváez y en esa canción de la que no recuerda el nombre y que termina en UhuUhu Uhuahhhh Pum!
Ana María Hernández: ¿Eres egresado de Periodismo en dónde?
Gordon Milcham, El Nuevo Cojo: No, ningún miembro de nuestro staff es periodista. Luis Gómez es agrónomo y Carmen Sagastizabal es contadora, Luis González es arquitecto y yo soy abogado graduado de la gloriosa Universidad Santa María, primera universidad privada del país, en 1996, lo cual explica los horrores ortográficos que, como te habrás dado cuenta, hacen de El Nuevo Cojo su hogar.
Pero esta falta de profesionales del Periodismo no es a propósito. Simplemente no tuvimos la suerte de reclutar a ninguno. Todos los que colaboran en El Nuevo Cojo fueron reclutados vía Internet con una serie de e-mails enviados a direcciones que reunimos de diferentes fuentes. Era un e-mail genérico explicando quiénes éramos y qué estábamos buscando. Fue un tiro en la oscuridad para ver qué pasaba.
El editor en jefe Luis González y yo no pensamos que alguien fuera a responder a una oferta de trabajo sin paga, para un periódico que nunca habían visto en sus vidas. ¿Quién podía estar tan loco? Aún estamos recibiendo correos enviándonos ideas para columnas o secciones. Especialmente para el Premio Novela de Carretera al cual, por cierto, invitamos a participar a todos aquellos que hayan escrito una. Las reglas para participar están en el site.
AMH: ¿Dónde trabajabas antes, en qué otros proyectos estabas?
ENC: Yo ejercí el derecho en Venezuela por dos años. Hice algo de práctica privada y trabajé como defensor ad-litem para un juzgado laboral cerca de un año, es decir, me comí tremendo cable. En los años 80, antes de que mi buen juicio entrara en declive y creara El Nuevo Cojo, se me ocurrió un proyecto, el cual consistía en hacer un concurso de belleza con hombres.
La idea era parodiar al Miss Venezuela y su increíble falta de respeto hacia las mujeres, haciendo un programa serio que extrapolara absurdamente el concurso al sexo masculino. Pero tras comentarlo un par de veces, decidí dejarlo allí, antes de que me quedara sin amigos.
Mi papá terminó de borrar la idea de mi mente con preguntas como, ¿Qué clase de gente iba a ver ese programa? ¿Dónde iba a conseguir hombres que fueran a exponerse a semejante ridículo? Después vino El Cojo, que como explico en uno de los editoriales de nuestro primer número, nació cuando aún estaba en bachillerato.
Yo quería escribir y compartir mi experiencia con otros. Eran unos cuentos terribles y como puedes haber leído en El Nuevo Cojo no he mejorado mucho. Así que busqué un mentor para que asesorara. Se lo comenté a un profesor del colegio que me tenía idea y le di varios de estos cuentos. Tras días de sacarme el cuerpo por fin me abordó y me dijo —Gordon, es mejor parecer un idiota que abrir la boca y disipar cualquier duda-. Tras años tratando de entender el mensaje, me decidí a disipar cualquier duda.
AMH: ¿Por qué y desde cuándo resides en EE.UU.?
ENC: Yo, siendo honesto, me cansé de vivir en Venezuela. Yo amo mi país y lo considero el más bello del mundo, pero hasta el venezolano más nacionalista tiene un límite de sábados sensacionales y guerra de los sexos que puede aguantar. Me cansé de tener que estar todo el día con las pilas puestas.
Yo soy un tío normal y corriente y no particularmente vivo, en el sentido criollo de la palabra. No me gusta estar a la defensiva. Y ser vivo es una cualidad que es de vida o muerte en Venezuela. Especialmente si uno es Abogado. Uno tiene que estar pendiente todo el tiempo para que no se te coleen, no te roben el reproductor, no te cobren de más, de no caer en un hueco, de que no te arranquen la cadena, los lentes y un largo etc.
Aquí todavía no he sentido el nivel de estrés que se alcanza al pararse en un semáforo a la medianoche en la avenida Andrés Bello, con excepción de los días posteriores al 11 de septiembre del 2001. Considero que ser vivo es el gran problema de nuestro país. La sociedad venera al vivo, al que se las sabe todas, al que las ingenia para joder al prójimo.
Lo cual es muy depinga para el vivo, y si lo fuera no me estuviera quejando, pero para un prójimo vulgar y silvestre como yo, en realidad no es muy agradable. Si ser vivo o ganar Miss Universos sirviera de algo, nuestro país fuera una potencia mundial.
Además, poco a poco me había convertido en uno. Un día me levanté una mañana y me di cuenta de que era un hombre deshonesto. Había caído en la trampa del sistema, y había cometido actos que eran repudiables desde cualquier punto de vista.
El colmo llegó al verme reflejado en un vaso de whisky en La Esmeralda, mientras le daba 5000 bolos al mesonero para que me atendiera como debe ser. En pocas palabras, era un adeco más de los que tanto criticaba, y no me gustó para nada. Como buen venezolano busqué un culpable que no fuera yo mismo y la sociedad pagó el pato, por la presión que ejercía entonces para que alcanzase el éxito a toda costa. Pude haber hecho como Reverón y haberme ido a vivir a una playa por el resto de mis días, pero a mi madre le hubiera dado un infarto al miocardio.
Finalmente recibí el empujón final de la Universidad Central a principios de 1998, cuando apliqué para un post-grado, sólo para enterarme que sin un padrino o una faja de billetes, no iba para ningún lado. Dolido, decidí que estudiaría en una universidad mejor que la Central, pero en la Santa Maria ya habían cerrado las inscripciones. Para hacer el cuento corto, para mediados de año tenía una beca y en medio de la paranoia general de las elecciones abandoné el país el 7 de noviembre de 1998, un día antes de las elecciones presidenciales.
Actualmente vivo en Jersey City, curso un Master en Derecho en Fordham University y soy consultor para una firma en Wall Street, sin haberle pagado o chupado medias a nadie. ¿Malo? Malo no es.
AMH: Supongo que el contacto con el país lo mantienes a través de Internet, ¿empleas otras vías?
ENC: Ninguna, ¿cuál otra mejor que Internet? En Internet hay todo lo que uno necesita para mantenerse al día con el país que sea. Tengo muy buenas relaciones con venezolanos en Nueva York y atiendo las actividades del consulado que son, frecuentes, concurridas y bastante agradables. La Internet es la gran oficina de El Nuevo Cojo. De todos los miembros de El Nuevo Cojo, sólo Luis González y yo vivimos en Nueva York, el resto está regado por toda Hispanoamérica. Sin embargo todos están relacionados de una forma u otra con Venezuela.
AMH: ¿Habrá la posibilidad de que lo impriman alguna vez o ya está diseñado para ser publicado por Internet?
ENC: No existe ningún plan, por el momento, de llevar El Nuevo Cojo al papel. De hecho no existe ningún plan de llevarlo a ninguna parte. Los cojos caminan muy lento y nos hace pasar muchas rabietas. Además, es muy agarrado y quiere que le paguemos todo lo que le provoca.
En serio; El Nuevo Cojo ha sido diseñado para la Internet. Consideramos que este es el medio del futuro, tiene una audiencia más amplia y es definitivamente más fácil de leer, sin tener que mancharse uno las manos con tinta.
AMH: ¿Cuánto tiempo le llevó diseñar la publicación?
ENC: En uno de los editoriales esbozamos los orígenes de la idea. Todo comenzó en Maracaibo, como la mayoría de las peores ideas que se me han ocurrido, en 1984, año que me lo pasé leyendo El Cojo Ilustrado en la biblioteca del Liceo Udón Pérez, cuando debía estar estudiando Física y Matemática. Al repetir el año, culpé a la publicación por esto y decidí vengarme haciendo una parodia del mismo, pero nunca lo hice.
En diferentes años tenté la idea de copiarlo y cuando por fin empecé a madurar, más o menos hace un año, decidí poner en acción el proyecto. Reunir material, conseguir colaboradores, etc. El diseño en sí tomó apenas unos dos meses de noches intensas pegado a la computadora. Al principio había la idea de contratar a alguien para que lo hiciera, pero era demasiado costoso y decidí hacer el trabajo por mí mismo. Si el diseño luce de alguna manera como hecho a mano, puedes culpar a la crisis económica, es decir a Chávez. Al final él tiene la culpa de todo, ¿no?
AMH: ¿Ha tenido algún problema con el nombre, que evoca a El Cojo Ilustrado de «antaño»?
ENC: Hasta ahora no. A nosotros nos gusta mucho. Pero si te refieres a las personas que de alguna manera puedan manifestar interés en la propiedad intelectual, me imagino que sólo será cuestión de tiempo. El Cojo Ilustrado desapareció hace casi 100 años y la mayoría del material de sus colaboradores ha pasado al dominio público. En estos momentos nadie conoce a El Nuevo Cojo, y de hecho la única fuente de revenue que posee, es mi otro trabajo. El verdadero. Por lo cual cualquier abogado inteligente, esperaría a que el periódico fuese más conocido y el nombre adquiriera valor en el mercado, antes de intentar cualquier acción. Pero como todos sabemos, abogado e inteligencia son como agua y aceite así que deberíamos recibir una citación en los próximos días. Por los momentos, nuestro plan de contingencia consiste en mencionar al periódico, como te has dado cuenta, por su forma corta de El Nuevo Cojo.
AMH: ¿Qué parecido o diferencias tiene con El Camaleón?
ENC: Hace cuatro años que no leo El Camaleón. Vivo en los Estados Unidos desde el 7 de Noviembre de 1998 (Un día antes de las elecciones presidenciales, porsia), y en Nueva York los periódicos venezolanos muy bien pudieran no existir. Pero entonces era un fan del mismo. El Camaleón es una de las grandes propuestas humorísticas que ha parido nuestro país y es mi opinión que los humoristas deberían meterse más de lleno en la política. Un mundo gobernado por humoristas sería un mundo en paz y lleno de risas. Imagínate que la Ministra del Exterior de Colombia fuera la nena Jiménez, el Presidente de los Estados Unidos Jim Carrey y el de Venezuela Graterolacho. La economía fuera una mierda, pero olvídate de que hubiera guerra en el mundo.
Comparando a las dos publicaciones, creo que tenemos poco en común. Nuestro formato es algo ligero en su presentación, pero los artículos son en su mayoría en serio, en serio. En lo único que veo similitudes es que, como El Camaleón, nosotros estamos un rato con el gobierno y otro con la oposición.
AMH: Tienen un link con Otrova Gomas ¿forma él parte del equipo o cuál es la relación laboral de colaboración con él?
ENC: Cómo me gustaría mentir aquí y decir que, cómo no, Otrova es nuestro director editorial. Pero no lo es. El señor Jaime Ballestas, Otrova Gomas en la vida real, nos ha permitido publicar algo de su material. Cuando buscaba ideas de cómo llamar la atención de colaboradores en El Nuevo Cojo, se me ocurrió que si era capaz de decir que en el proyecto trabajaba tal o cual personalidad, sería más fácil convencer a alguien de trabajar de gratis. El ardid no funcionó, pero ya me había comunicado con Otrova Gomas y como teníamos un espacio que no sabíamos cómo utilizar decidimos poner su link.
AMH: ¿Tendrán o tienen publicidad, espacios publicitarios, etc.?
ENC: No, por ahora. No hay nada más fastidioso que esas páginas web que abren mil ventanas cuando se les visita. Y esta sería la única forma de poner publicidad en El Nuevo Cojo, en esta etapa en que ninguna empresa daría un medio por nuestro espacio. Sin embargo, los planes a futuro, incluyen publicidad con toda seguridad por que amor con hambre madura, digo, no dura.
AMH: …y cualquier otro dato que nos quiera agregar.
ENC: Ningún otro. Riega la voz, que mientras los miembros de nuestro equipo tengan un dedo en cada mano, El Nuevo Cojo saldrá sin retraso el 19 de cada mes. Quien lea esto, sepa escribir y tenga al menos dos dedos, también puede participar en nuestro periódico. Estamos interesados sobre todo en la narrativa. Si alguien cumple con los requisitos arriba descritos y esta respirando pre-califica como colaborador.
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