Kim Philby: el tercer hombre

En 1949, el FBI descubrió que entre 1944 y 1946 un miembro de la embajada británica había estado enviando mensajes secretos a la KGB bajo el nombre código «Homer». Kim Philby, el enlace entre la inteligencia americana y británica, fue informado de lo que sucedía y al leer el informe no tuvo ninguna duda sobre su veracidad. Homer era un miembro de la red de contra espionaje que el mismo dirigía para la KGB desde hacía más de veinte años.

Todo comenzó casi treinta años antes en la universidad de Cambridge.

Hijo de un alto diplomático inglés, Philby nació en Ambala, India, en 1912. Mientras estudiaba en Cambridge se unió al partido comunista de la mano de Anthony Blunt, un compañero de estudios miembro de la aristocracia.

A través de Blunt Philby hizo amistad con otros dos estudiantes, Donald Maclean y Guy Burgess. Juntos pasarían a la historia como «Los Cuatro de Cambridge».

El reclutamiento de los ingleses no fue al azar. La NVKD, antigua KGB, seleccionaba sólo a aquellos con potencial de trabajar para el gobierno británico. También buscaban a los que difícilmente pudieran ser reconocidos como comunistas. Maclean, Burgess y Blunt eran abiertamente homosexuales y estaban lo más alejado posible del agente soviético ideal para los estándares de la época. Philby simplemente era hijo de uno de los más respetados miembros del servicio exterior. A pesar de esto todos se destacarían por su trabajo como espías.

{gallery}266{/gallery}Al principio los cuatro llevaron a cabo tareas de poca envergadura mientras eran probados por la NVKD, la cual quería asegurarse de no haber reclutado dobles espías. Pero a medida que fueron logrando posiciones de más relevancia la importancia del equipo se hizo obvia.

Blunt se convirtió en agente del MI5 (equivalente britanico del FBI) y en curador de arte de la reina de Inglaterra. Maclean se unió al servicio exterior inglés. Burgess llegaría a ser secretario del Ministro de Relaciones Exteriores y llegó a ser jefe de inteligencia para los asuntos con Rusia.

Entre 1940 y 1945 más de 700 agentes de los Estados Unidos y Gran Bretaña nunca fueron vueltos a ser vistos con vida (o simplemente vistos) gracias a la información que transmitieron a los rusos.

Pero la red adquirió real importancia para Stalin con el inicio de la guerra fría. Sobre todo Maclean, quien fue asignado a la embajada británica en Washington y estaba a cargo del programa nuclear angloamericano. El desarrollo de la bomba nuclear por parte de los rusos se le atribuye en mucho al trabajo de Maclean.

Por su lado, tras una breve carrera como presentador de la BBC Guy Burgess se convirtió en secretario del Ministro del Exterior Héctor McNeil. Desde este cargo Burgess fue capaz de transmitir archivos secretos a Rusia sin ser descubierto, sacándolos en la noche para ser fotografiados y devolviéndolos en la mañana antes que McNeil llegara a su oficina.

Blunt servía de intermediario entre agentes soviéticos y sus tres compañeros, y por su relación con la familia real, era capaz de hacerse con importantes rumores de palacio.

Sin embargo, la pieza más importante de todo el grupo era Philby, quien desde su puesto en el MI5 controlaba todo lo que entraba y salía de la inteligencia británica y era capaz de sabotear cualquier investigación que fuera por buen camino. Al igual que sus compañeros Philby era un alcohólico y llevaba una vida personal disoluta (se casó tres veces en este período), pero también era un maniático del orden y su autocontrol en el trabajo le convertió en el hombre de confianza de la KGB.

Pero en 1949 las cosas dieron un giro brusco. Robert Lamphere, agente del FBI a cargo del espionaje ruso, descubrió que entre 1944 y 1946 un miembro de la embajada británica en Washington había enviado mensajes secretos a la KGB bajo el nombre código «Homer». Por eliminación los sospechosos fueron reducidos a tres. Uno de ellos era Donald Maclean.

Philby sabía que «Homer» era Maclean e inmediatamente le comunicó a la KGB que éste sería descubierto en cualquier momento. Blunt fue el encargado se hacer todos los arreglos para la deserción.

Blunt no podía comunicarse directamente con Maclean, quien ahora trabajaba en Inglaterra, porque muy seguramente estaba siendo seguido de cerca. Por lo que se ideó un complicado plan para hacerlo.

Burgess sería removido del cargo y enviado a Londres. Una vez allí le informaría personalmente a MacLean que los rusos esperaban por él. El único problema es que Burgess temía ser descubierto una vez Mclean desapareciera y decidió desertar también. El 25 de mayo de 1951, Burgess y Maclean tomaron un barco a Francia y de allí huyeron a Rusia para nunca más volver. Philby jamás perdonó el error de Burgess. Cuando la noticia llegó a Washington y Londres inmediatamente se empezaron a atar cabos. Alguien había soplado el inminente arresto de Maclean. Había un tercer hombre.

Philby inmediatamente se convirtió en el principal sospechoso porque había vivido con Burguess en Washington y llamado de vuelta a Londres. Al principio sólo lo acusaron de asociación indiscreta con Burgess. Más tarde de espionaje. Pero tras decenas de interrogatorios e investigaciones ninguna acusación prosperó y permaneció trabajando para la inteligencia británica por 10 años más. En 1963 un desertor soviético lo identificó como el tercer hombre.

Doce años después de la deserción de Burgess y Maclean, Philby llegó a la Unión Soviética y fue recibido como un héroe.

Burgess trató de volver a Inglaterra, pero ni los rusos lo dejaron ir ni los ingleses le dieron permiso para volver. Murió en 1963, el año en que llegó Philby, sin haber aprendido el idioma en el apartamento que compartía con su amante ruso. En su testamento le dejó todo a Philby, pero este se negó a ir a verlo en su lecho de muerte.

Por su lado, Donald Maclean se adaptó completamente. Se convirtió en ciudadano soviético y experto en materia económica en las relaciones con occidente. Murió en 1983.

Kim Philby fue un héroe desde su llegada Moscú. Allí se divorció de su esposa y se casó nuevamente con una rusa. Hasta su muerte en 1988 fue consultor de la KGB y profesor universitario. Harold Adrian Russell («Kim») Philby, «The Third Man», recibió la orden de Lenín y una estampilla con su cara circuló por años como homenaje póstumo.

Rumores de un cuarto hombre circularon en la inteligencia británica después del escándalo, pero Anthony Blunt no fue descubierto hasta 1964. El caso de Blunt era mucho más complicado que los de sus tres compañeros. Blunt era un caballero de la corona y amigo cercano de la familia real británica.

El Servicio de Inteligencia Secreto no quería que el caso se hiciese público, y tras interrogar a Blunt sin éxito en varias ocasiones decidieron ofrecerle inmunidad si confesaba. Tras llegar a un acuerdo, le preguntaron si había espiado para los rusos. Blunt respondió con un simple sí.

El caso no saldría a la luz pública hasta 1979, cuando Margaret Thatcher lo reveló en el parlamento. Poco después Elizabeth II le quitó el título de caballero (Sir), fue despedido del Trinity College, y forzada a renunciar de la academia británica.

Bajo interrogación, Blunt reveló los nombres de otros espias, incluyendo a John Cairncross, quien se convirtió en el quinto hombre de la red de espías comandada por Philby. Desde ese entonces el grupo pasó a conocerse como «los 5 de Cambridge».

Después del escandalo Blunt vivió en relativa paz con su amante John Gaskin y murió de un ataque cardíaco en 1983.

Tras su muerte Philby fue enterrado con honores en Moscú. Burgess y Maclean fueron cremados y sus cenizas devueltas a Inglaterra.

Blunt, el perfecto caballero inglés, nunca abandonó Inglaterra, y está enterrado allí.


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