El huesped alienante

No sé cómo explicarlo, pero quiero ser independiente de mi televisor. Es un movimiento que insurge frente al objeto alienante que tengo en la sala de mi casa. Hay una parte de mí que quiere que me aleje de él, pero hay otra —que dicho sea de paso, es mayoritaria— que desea que sea un individuo mediático. Esa parte es la que hace que sea consumidor de todos los productos que anuncia el invasor de mi sala, que no se cansa de influir sobre mi personalidad. Todo lo compro, desde el producto más pequeño hasta aquellos que promocionan con grandes cuñas.

Las que duran por lo menos media hora, son las que me producen un nivel de excitación que denomino orgasmo televisivo, debido al placer que me produce.

Ayer compré un producto de cocina, el cual apilé entre los muchos objetos del clóset y que me será completamente inútil porque siempre como en restaurantes. Pero todo sea por dar mi contribución al mantenimiento del sistema capitalista que trajo el televisor a mi vida (¿qué sería de mi vida sin él?).

El movimiento insurgente contra la televisión que brotó en mi ser, autodenominado MICONTV —Movimiento Insurgente Contra la Televisión— me obligó a botar el control remoto. Fue uno de mis días más largos, y antes de que terminara fui al establecimiento de electrodomésticos y compré un control universal, encendiéndolo de nuevo. La mayoría es la que decide, esa es la concepción más antigua de la democracia.

Otro atentado contra mi cultura mediática fue el corte de la electricidad. No recordaba haber hecho esto, por lo cual creí que había sido una falla de electricidad, hasta que me percaté de que el interruptor estaba apagado. Lo subí y mi mundo se abrió de nuevo.

Casi me da un ataque cuando el televisor decía que había una interferencia solar y que la transmisión estaría interrumpida por un tiempo. Mi parte de MICONTV destapó una botella de champagne y comencé a tomarla para celebrar el infeliz acontecimiento, pero fue alegría de tísico al reanudarse las transmisiones de mi televisor… De lo bueno, poco.

Es el conflicto de mi existencia, tener dos posiciones contrapuestas dentro de mí. Tendré que convencerlos de hacer un referéndum para ver cuál de las dos posiciones prevalece sobre la otra, y así poner fin de una vez por todas a este conflicto interno que me ha agobiado desde hace tiempo. Mientras tanto, ya me está dando un poco de hambre, debe ser porque no he comido de las papitas fritas que compré después de ver ese comercial que decía que necesitaba comerlas. Por lo pronto, el MICONTV proclama, reclama, exige la consigna que considero acabaría con esta dicotomía: ¡Referéndum ya!


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