De la manipulación y otros encantos

Hagamos un ejercicio mental con el fin de ver cuán detestable es la situación de los medios en la Venezuela hoy en día. De más está decir que viviendo en democracia uno es libre de fantasear lo que uno quiera con quien uno así lo desee. Imaginemos que una mañana, Ibéyise Pacheco (poner el nombre de su periodista favorito según el caso, Nelson Bocaranda, Marta Colomina, etc. etc. etc.) va saliendo en carro rumbo a la oficina cuando es interceptada por dos carros negros.

Seis tipos con cara de pocos amigos se bajan y a punta de pistola la tiran en la acera y le dan una golpiza hasta que deja de preguntar si es que no saben quién es ella.

Cuando deja de moverse, uno de los rufianas la agarra por un pie y la arrastra hasta la maleta del carro donde le amarra una funda de almohada en la cabeza. Por puro placer le puñetea la cara, hasta que la funda no es más que una masa roja espumosa sin forma. Riéndose, los tipos cierran la maleta y desaparecen sin dejar rastro.

Desde las ventanas, sus vecinos miran como si no estuviera pasando nada, incluyendo a su familia -que ni péndejos que fueran- se quedan tranquilitos. Más tarde recogen el carro y lo vuelven a guardar en el estacionamiento.

Tres horas después, misia Pacheco se despierta en medio de una explanada en algún lugar camino a Puerto la Cruz. Le cuesta un poco darse cuenta de lo que ocurre, pero al final lo logra. Al tratar de tragar saliva se lleva con ella un puñado de dientes que la ahoga e inmediatamente empieza a pedir perdón, pero sus captores se rien y al final le escupen en la cara.

Llorando, se medio levanta del suelo y ve que está metida en un hueco como de medio metro de profundidad con el fondo cubierto de cal. Temblando levanta la vista y uno de los tipos trae una edición de El Nacional, se lo tira en la cara y le grita que se lo coma. Con orina corriendo entre las piernas, poco a poco empieza a comerse sus palabras. Literalmente.

Poco después, sucede un pequeño escándalo debido a la desaparición de la periodista, y se abre una investigación. El Nacional, dolido por la pérdida de tan valiosísima propiedad intelectual envía un contingente de reporteros a la sede de la PTJ para preguntar por las resultas de la investigación. Sale el Comisario General de la PTJ y les informa que la señora Ibéyise Pacheco no está desaparecida, simplemente está viviendo en Miami, feliz y contenta, y que les manda muchos saludos.

Los reporteritos escriben en sus libretitas «…vive en Miami feliz y contenta, y nos manda muchos saludos.» Corren al periódico, los redactores se encargan del resto y al día siguiente sale en primera plana, al lado de «Valentina Quintero sigue perdida en el Avila»; «Ibéyise Pacheco Saluda Feliz desde Miami.»

Para quienes no han visto uno y no tienen la capacidad de imaginárselo, esto que acabo de describir pasa cuando una nación esta gobernada por un «régimen». Uno como el que da la impresión que todos los que como Pacheco et al desearían que hubiera para justificar que sus tristes existencias tuvieran otra descripción que la palabra oposición

Es inconcebible que un comunicador social se prostituya hasta el punto en que ni siquiera sepa si lo que esta diciendo es verdad, limitándose a reportar, ni siquiera lo que ve, sino solo lo que le dicen, verbatim. Cuando su misión principal es comprobar que la gente que lea su trabajo obtenga una información lo mas acercada a la realidad, sin importar lo que sus fuentes puedan creer que es cierto. La ignorancia de este ejercicio simplemente los pone al nivel de tabloide y muy bien pueden empezar a escribir farándula, donde es irrelevante si lo que se escribe es verdad o no. Esta condición crónica en los periodistas venezolanos, es lo que ha convertido a la prensa en el gran chiste que es hoy en día, y no quiero decir con esto que antes fuera mejor.

De hecho, al pensar en esto, los rumores sobre ventas y quiebras de los grandes diarios del país, no me suenan tan mal y me hace dudar si es que acaso no será mejor así. Que estas instituciones ya cumplieron su ciclo y las generaciones de dueños de los mismos simplemente han degenerado genéticamente hasta el punto en que son incapaces de mantener un negocio andando sin doblarse ante las influencias de nadie.

Puedo extenderme por paginas sobre los ejemplos de esto. Estadísticas que cambian de la noche a la mañana, informes que no se publican, etc., que solo fueron impresos por que creyeron que al cambiar el gobierno serían capaces de mantener la ficción viva, pasando de manipular la ficción a manipular la realidad. Por que si el golpe del 11 de Abril hubiese sido un éxito, a la mañana siguiente maletas llenas de dólares, joyas y hasta la espada de Bolívar hubieran aparecido en una rincón escondido de la casa del padre de Chávez, mientras este todavía echaba humo colgado del cuello de la rama más cercana. ¿Y saben quien hubiera hecho el descubrimiento? Su reportero y mártir estrella favorito, dependiendo de los ratings.

Ante el fracaso del golpe es de difícil análisis el impacto que los diarios de estos últimos años, que son documentos históricos, tendrán en las generaciones por venir, y si será posible que alguna vez un venezolano vuelva a creer en la prensa después de lo que hemos visto. Aunque después que Carlos Andrés Pérez ganó por segunda vez, el gocho pa’l 88, nunca se puede menospreciar el grado de idiotez de algunos venezolanos. Por lo que usemos un ejemplo más fidedigno (mi manera irónica de decir extranjero)como lo es el informe mundial que Amnistía Internacional publicó este año.

El Nacional, haciendo gala del boquiabiertismo que lo ha caracterizado últimamente, de inmediato informó su publicación en primera plana junto a las declaraciones de una «experta» venezolana en esta materia, explicando cómo en Venezuela el régimen viola los derechos humanos. Lo extraño es que esto no es lo que dice el informe, lo cual solo da a pensar dos cosas. La primera, que nadie se leyó el informe antes de criticarlo. Dos, se lo leyeron y dijeron, «nadie va a leerse el informe así que escribamos lo que nos dé la gana». En cualquiera de los casos, ojalá hubiera un «régimen» en Venezuela, para que los seis tipos de la historia del principio purgaran a estas lacras de nuestra sociedad. Y no se preocupen por los detalles, en un buen gobierno de facto jamás nos enteraríamos de lo acontecido

Y no es que en Venezuela no se violen los derechos humanos. En todos y cada uno de los países del mundo se violan (leer el antes mencionado informe). El problema es que el caso Venezuela no es un caso excepcional. Y lo más curioso es que el capítulo sobre Venezuela, dedica la mayoría de su longitud a describir la ruptura del hilo constitucional durante el Carmonato y la violación a los derechos humanos durante ese breve período de tiempo.

Por otro lado está el informe de la COFAVIC. 89 páginas de casi pura y absoluta paja, el cual fue, sabiamente y tras compararlos a ambos, obviamente ignorado por Amnistía Internacional a la hora de escribir su informe anual.

Y no es para menos, no hay que ser un genio para darse cuenta que tras tres años de tergiversación y manipulación los medios venezolanos son simplemente tan creíbles como Richard Nixon. Y lo más grave de esta situación, no es el hecho de que se alteren significados o hechos para inclinar la balanza hacia el lado que tienen tendencia. Lo más grave es que quienes lo hacen, ni siquiera parecen estar siendo motivados por algún tipo de ideal nacional o político. Por que yo le perdonaría todo a la prensa venezolana si tuvieran alguna noción de lo que quieren para el país. Un proyecto político, vecinal o lo que sea y no el deseo de figuración que va más allá del egocentrismo. El puro deseo de ser una celebridad como los desdichados «Héroes de Altamira».

En la época pre-paro -por llamarla de alguna manera- un grupo de periodistas decidió exiliarse e ir a Washington a reclamar (¿?), que el Presidente no gustaba de ellos. Uno no puede sino reírse estas cosas, que cuando más son solo un arrebato menopáusico.

Los personajes en cuestión son graduados en la universidad (por lo que suponemos que tienen algo entre las dos orejas además de perfume), pero el grado de malcriadez es tal que no saben que los presidentes no renuncian porque a los periodistas les da la gana, o que un país no invade a otro porque a ellos no les gusta el Gobierno.

Hasta aquí se puede decir que el plan salió bien, la prensa entró en histeria con la historia. «Periodistas abandonan el país al sentirse amenazadas bla bla bla.» Pero a medida que pasan los días y nada pasa, las cosas cambian. Por que nadie se fue de verdad. Todas esperan a que alguien les haga caso, y como no sucede regresan a Caracas ¿Si las querían matar…Por que se devolvieron? Es ilógico. Por que devolverse a un país donde están completamente seguras que las quieren asesinar. El show se acabó cuando nadie se comió el anzuelo, por lo que la prensa cerró el capítulo para siempre, como si nunca hubiese pasado. Vayamos al siguiente escándalo a ver si cae.

Imaginarse a estas damas en el aeropuerto susurrándose una a otra, «tranquila que en lo que nos vayamos, ¡ el tipo renuncia!» o mejor aún «cuando lleguemos a Washington seguramente mandan un montón de marines a invadir Miraflores», es digno de un análisis psiquiátrico. ¿Pero cómo no va a hacer lo que nosotras pedimos, si somos unas súper estrellas?…

Volviendo al COFAVIC, Liliana Hernández, su presidenta, fue aún más lejos en su deseo de publicitarse. El COFAVIC es una institución para la defensa de los derechos humanos de escasa envergadura (aunque el mundo bizarro de su directiva y aduladores es una de las primerísimas organizaciones de derechos humanos en el planeta), pero aún así cuando se lee su último informe, lo único que puede percibirse es el deseo de hacer las cosas peores con el fin de llamar la atención. Es como una mala película de acción, donde a falta de guión, las explosiones son más grandes, las muertes más sangrientas, y las mujeres más voluptuosas.

El que la junta directiva del COFAVIC haya hecho esto no hace sino probar que el ombligo de estas personas tiene mas actividad que sus cerebros. El hecho de que las cosas no sean tan malas como ellos quisieran, significa que su trabajo puede estar funcionando, pero como eso no es lo que conviene o simplemente son idiotas, prefieren inmolarse echando por el suelo cualquier fe que alguien haya puesto en la institución.

Como tanto gobierno y organismos internacionales ignoraron sus intentos publicitarios, la Directiva del COFAVIC denunció ante la Corte de Derechos Humanos el peligro en que se encontraban por la inacción del Gobierno para protegerlos de hordas asesinas en busca de sus cabezas. Entre otras cosas pidieron, y les fue concedido -sin que el gobierno hasta ahora les haya parado mucho- chalecos antibalas, puertas de seguridad y algo que sólo referiré como el producto de una momentánea perdida del juicio: motos para escapar de las situaciones de peligro que enfrentan a diario.

ósea, que en medio de todo lo que esta sucediendo en el país, la crisis económica el paro, el hambre, la miseria, los muertos etc. Liliana Hernández y Cia. quieren unas motos, por que nada es más importante en Venezuela en este momento que su manía persecutoria.

Lo peor de todo, es que recurrir a todas estas estupideces es completamente innecesario y como ya se deben haber dado cuenta, inefectivo. Denunciar al presidente 100 veces y publicar al día siguiente en el periódico, CURSAN 100 CAUSAS CONTRA EL PRESIDENTE, es tan verdad como que «la luna es de queso», y especialmente ineficaz cuando muy bien pudieran haberlo combatido legítimamente.

Pero volviendo al principio de nuestra historia ¿Cómo esperan que reaccionen las personas a las que atacan ellas a diario desde los medios de comunicación? ¿Con flores, con besos? Mi papá es chavista. Un empresario retirado, honesto que aún trabaja en el sector privado. Queridas amigas, ¿Cómo esperan que él reaccione ante la paupérrima descripción que hacen de él a diario solo por que da la casualidad de que no comparte sus ideas políticas? Si el viejo un día decide secuestrar un periodista, rociarlo de gasolina y beberse una cerveza mientras el comunicador social arde en el piso, no dudo en decir que el tipo muy seguramente se lo merecía. Y si me llama, me bebo una con él.

Los periodistas opositores en Venezuela tienen razón en sentir miedo. No por que el gobierno les este dando cacería, sino por que el pueblo los quiere linchar, y lo peor es que no van a parar hasta que suceda, cuando entonces culparan al gobierno del hecho como hicieron con el caso Gouveia.

Tan fácil que sería trabajar con la verdad. ¿Cuánto tiempo creen que hubiera durado Chávez en el poder si en vez de estar publicando rumores, hubiesen sacado una foto de Aristóbulo ísturiz pescando en su yate en Cayo Hueso o al papá de Chávez corriendo en su Mercedes nuevecito? El sentido común me dice que hace años que tuviéramos otro presidente, porque ni comiendo cable en el cerro me la hubiera calado por mucho.

Mientras tanto, ya que no hay periódico que leer, seguiré fantaseando, con mi querida Ibeyise, a quien le digo que se coma el periódico, y ella se lo come entre lagrimas. En mi fantasía, me da lastima, por que quizás no sea culpa de ella, sino de toda la situación. En el periódico publicaron un estudio acerca de como el hombre venezolano ha dejado de tener sexo debido al estrés que le produce la crisis política y económica. Quizás sea eso. La pobre Ibeyise. Por otro lado, el estudio lo publicó El Nacional, así que quien sabe. ?


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