El pintor Cristóbal Rojas nació en Cúa, estado Miranda, Venezuela, el 15 de diciembre de 1857 y murió en Caracas el 8 de noviembre de 1890. Su vida y carrera fueron muy breves, pero en ese tiempo logró maestría en sus obras. Al morir dejó un gran legado artístico con obras que reflejan los altibajos de una existencia que no supo de mejores tiempos.
Empezó como aprendiz del ya famoso pintor Antonio Herrera Toro en las decoraciones de la Catedral de Caracas. Años más tarde participó junto a notables artistas de la época como Herrera Toro y Arturo Michelena en la exposición conmemorativa del centenario del nacimiento de Bolívar en 1883, donde triunfó con La Muerte de Girardot en Bárbula.
Por esto recibió una medalla de plata y de una beca de Guzmán Blanco para estudiar en Europa. A partir de esa exposición empezó a vislumbrarse en Venezuela el arte moderno y los nuevos artistas comenzaron a proyectar la influencia del realismo académico, en boga en la Europa del siglo XIX.
En París, Rojas entró al taller de Jean Paul Laurens, en la Academia Julian. Allí trabajó junto a Arturo Michelena y compartió duros años de aprendizaje. Su tenacidad lo llevó a perseguir la oportunidad de exhibir sus pinturas en el Salón Oficial de París, la exposición más famosa del mundo para ese entonces, en la que participaban anualmente unos 2500 artistas de diferentes países. Rojas no solo fue aceptado, también recibió una mención de honor por su cuadro La Miseria (1886).
Al pintar tomaba modelos de la vida real, gente pobre y trabajadora con la cual convivía en el Barrio Latino de París. Ellos fueron su tema pictórico favorito, haciendo del barrio el escenario de sus temas.
Este tipo de pintura tan de moda en el Salón se identificó como Realismo Social porque describía la condición humana de los menos afortunados.
Los colores que utilizaba eran obscuros. Ocres, tierras, marrones, y manipulaba el claroscuro para obligar al espectador a sumirse en el dolor y patetismo de una obra cargada con las preocupaciones y desilusiones de la clase humilde.
Rojas tuvo una vida trágica en medio de múltiples enfermedades. Su temática patética y pesimista representa el sufrimiento como forma de vida. En El Purgatorio, la última obra pintada por el artista y la cual se encuentra en la Iglesia de La Pastora en Caracas, se ven seres condenados por el dolor y la desesperación.
Pareciera ser el sitio de su propio sufrimiento y se puede ver su autorretrato entre esa muchedumbre condenada, gritando su pena y miseria. Son escenas patéticas que conmueven. El pintor busca y logra un clima psicológico que invade la fibra del espectador sacudiéndolo ante el dolor y el sufrimiento para luego sumirlo en una intimidad sobrecogedora.
Uno de sus cuadros más famosos, La primera y última comunión (1888), muestra su más alto grado de pesimismo y desesperanza. Más adelante, el patetismo cede ante una obra que presenta colores más claros. Aquí es cuando ejecuta El bautizo, obra calificada como la más importante de la carrera de Rojas.
Al mismo tiempo, consciente de que la narración en la pintura debe ceder paso a nuevas corrientes, al final de sus días se hizo presente un cambio. La evolución de este último período muestra al artista estudiando las nuevas corrientes pictóricas del momento.
A través de sus naturalezas muertas, de sus paisajes parisinos y estudios como Muchacha vistiéndose y La lectora, Cristóbal Rojas empieza a tratar sus cuadros con un toque de impresionismo del cual recibió una influencia sutil, para convertirse así en un pionero de la conciencia moderna del arte.
Cristóbal Rojas pintó 10 lienzos y murió a los 32 anos, mostrando al final de su existencia un tono más suave, más amable en el lienzo y una actitud más positiva frente a la vida. Hoy la Escuela de Artes Plásticas de Caracas lleva su nombre. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 27 de diciembre de 1958.
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