Have a Nice Day: Bon Jovi apela a la mercadotecnia (otra vez)

3 estrellas

Have a Nice Day, el noveno disco de Bon Jovi, continúa la caída libre de la banda desde las alturas del mega estrellato que alcanzó en 1986. Esto no es culpa del grupo. Las cosas han cambiado bastante para los ya maduros músicos de Nueva Jersey desde la época en que el hair metal y el pop rock reinaban sobre el universo. Pero de lo que si son completamente responsables es de tratar de mantenerse vigentes contratando una vez más al popular revive muertos de la industria de la música Desmond Child.

Child, el miamero de origen cubano que desde mediados de los setenta ha trabajado de mercenario para Kiss, Joan Jett, Mötley Crüe y hasta Ricky Martin, fue el genio que en los ochenta los convirtió en lo que aún son al producir los exitazos de Slippery When Wet, Keep the Faith y New Jersey. Pero con Have a Nice Day los resultados son promedio, cuando más.

Uno de los ejemplos más infames del trabajo de Child, es la frankensteinizacion de Aerosmith, junto a Jim Vallance (el Bernie Taupin de Brian Adams) en el grupo cuasi pop que es hoy en día. ¿La formula? Estudiar el mercado, llevar al grupo de compras —en la época de Aerosmith las bandanas eran el plato fuerte— y componer temas adulto-contemporáneo fáciles de vender que la banda no hubiese escrito ni con una pistola en la sien apenas un par de años atrás.

Así, la combinación Child/Vallance dio a Aerosmith los temas más sonados de su historia en Permanent Vacation, Pump y el tristemente celebre Get a Grip, convirtiéndolos de la noche a la mañana en la súper banda que nunca soñaron ser en los años 70. Y a pesar que Child sellaría con broche de oro el milenio convirtiendo a Ricky Martin en el ejemplo más evidente de la cavernicolización de la industria de la música, nadie olvidaría su trabajo de resurrección y gloria con Aerosmith. Al menos no Bon Jovi.

En papel, la conexión Bon Jovi/Child suena más lógica que la conexión con Aerosmith. Después de todo Child tiene una tendencia pop romántica más en línea con la banda. Aunque supuestamente una banda de rock, Bon Jovi siempre se mostró fuerte en géneros más pangola como la balada romántica. Aerosmith —en cambio— era una genuina banda de Rock & Roll hasta que surgieron de sus cenizas gracias a Child. 

Jon Bon Jovi, Cher, Desmond Child y Steven Tyler en un concierto de la gira Permanent Vacation de Aerosmith en 1987.
Jon Bon Jovi, Cher, Desmond Child y Steven Tyler en un concierto de la gira Permanent Vacation de Aerosmith en 1987.

El éxito de Aerosmith se debió casi exclusivamente a que la banda nunca fue realmente popular en los setentas, y cuando surgió de nuevo a finales de los ochenta la misma fue abrazada por el público como una novedad pop antes que como una banda de rock en seria regresión artística. Esto convirtió a Get a Grip en un verdadero acontecimiento musical a pesar de la superficialidad y obvia incoherencia impresa por Child en la selección de los temas del álbum.

Aún así, la poco conocida historia de la relación Child/Bon Jovi es una de las más embarazosas de la historia del Rock & Roll.

El cuento es más o menos así: a pesar de que en sus primeros años Bon Jovi lo tenía todo para lograr el estrellato —un camión de canciones listas para la radio, bastante pelo, y un cantante/modelo publicitario—, por alguna razón la banda no estaba calando. Para arreglar esto Polygram contrató a Mr. Child, quien a dos manos escribió treinta canciones enfocadas en el target que había identificado para la banda: varones blancos adolescentes. Después hizo un estudio de mercado entre jóvenes del área de Nueva York y Nueva Jersey y una vez determinadas las canciones favoritas, voilà, las incluyó en el álbum en el orden de preferencia de la muestra. El resultado: Slippery When Wet se disparó en las carteleras con dos de las canciones de Child llegando a número uno: You Give Love a Bad Name y Livin’ on a Prayer. Pero hoy en día las cosas son diferentes y el mercado de «varones blancos adolescentes» es infinitamente más complicado que en 1986 gracias a que géneros que antes eran marginales, como el Hip Hop, entraron en el panorama musical norteamericano.

Por la estructura del álbum, algún estudio de mercado previo al lanzamiento del nuevo disco debe haber mostrado a Child/Bon Jovi/Island dos cosas. La primera es que su público está descontento con el estado actual de la música. Y la segunda, que el público está desencantado con la situación política de los EE.UU. Esto provoca que Bon Jovi trate en vano de ir más allá de su frecuentes temas sobre amor, relaciones y… bueno, más amor y más relaciones, mostrando muy sutilmente que como su público (o ya que su público quiere) él también tiene problemas con el mundo de hoy en día.

Sin ir más allá de lo predecible para la banda —guitarrazos estridentes, coros contagiosos—, esta disposición puede escucharse en la pseudo versión de Bells of Freedom de Bob Dylan, pero el intento es demasiado banal para tener el efecto que tuvo Bruce Springsteen con The Rising. Aunque no precisamente mejor que lo usualmente vendido por la banda, tanto aquí como en la canción que le da nombre al disco es loable ver a Bon Jovi tratar de romper con su habitual superficialidad, y en esta última es donde se pone más directo, aunque nunca realmente controversial: Mira a tu alrededor/ Nada es lo que parece/ Estamos viviendo en el hogar roto de las esperanzas y los sueños/ Déjenme ser el primero en darle la mano a alguien que ayude/ Cualquiera lo suficientemente valiente para levantarse/ He tocado en cada puerta y en cada callejón/ Buscando por perdón y lo que aún queda que pueda creerse.’

Por lo menos Bon Jovi no recurrió a unirse a las filas de nuevos sonidos para mantenerse vigente, haciendo rap metal o algo así. Eso hubiera sido aún más deprimente que haber llamado a Mr. Child —quien aunque más que competente como compositor— no debió ser el encargado de escribir sobre temas que a Bon Jovi le deberían salir solitos.


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