En abril de 1986 Henry Kissinger conversaba con un grupo de universitarios en la librería del congreso en Washington, D.C. cuando alguien preguntó su opinión sobre Ronald Reagan. «Cuando uno conoce al presidente,» respondió «uno se pregunta, ¿Cómo es que alguien se le ocurrió que él debía ser gobernador, mucho menos presidente?» Sería difícil hallar una persona con menor credibilidad que Henry Kissinger, pero sus comentarios condensan la creencia generalizada sobre el presidente de los Estados Unidos entre 1980 y 1988.
Y el problema con el presidente Reagan no era su costumbre de mentir abiertamente sobre cualquier asunto, como en su reacción inicial al escándalo irán-contra, sino esa mezcla de ignorancia y amnesia que le hacían decir una cosa hoy y otra mañana como si nada.
En el ámbito mundial no existe un presidente de los Estados Unidos más odiado en el mundo que Reagan. Su imagen es símbolo del capitalismo salvaje, represión, imperialismo y un montón de cosas más que no se clasifican como elogios. Pero por otro lado, los estadounidenses le adoran, ¿la razón? La administración de Reagan es atribuida con el levantamiento de la moral estadounidense tras la espeluznante década de los años setentas y la recuperación económica que sucedió en los EE.UU. en los noventas..
Una de las características de la administración de Reagan es la suavidad con que la prensa lo trató durante este tiempo. Esta impermeabilidad a la crítica hizo que lo apodaran «el presidente de teflón». Algunos historiadores opinan que la simpatía tuvo que ver con el atentado que sufrió apenas 69 días después de tomar la presidencia. Pero más bien tuvo que ver con el carisma del tipo.
Ronald Reagan había sido actor, y su comodidad frente a la cámara era natural, donde sin esfuerzo soltaba como espontáneos los discursos y frases encargadas a los escritores presidenciales. Además de esto era un hombre sumamente simpático y sus anécdotas y chistes antes y después de conferencias son de antología. Lo cual, de todas formas no explica los guantes de seda que su utilizó la prensa en sus dos periodos, cada vez que el tipo decía alguna estupidez… aunque hay algunos indicios.
Hoy en día no hay dudas de que el tipo era un idiota. El problema es como idiota era irresistible. Margaret Tatcher lo describió como alguien sin nada entre las orejas, pero cuando estaba frente a él se le bajaban las medias como a una quinceañera. Y ni hablar de Gorvachev, que desarmó la Unión Soviética para complacerlo.
Reagan nunca dio muchas pruebas de que entendiera como funcionaba el gobierno o tan siquiera se preocupara por aprender, y en sus propias palabras el secreto de un gobierno exitoso era rodearse de la mejor gente que fuera posible y dejarlos que hicieran lo que les diera la gana porque estos retos siempre obligan a la gente a dar lo mejor de sí.
Su trabajo era, en pocas palabras, leer discursos de un apuntador, posar para fotografías y darle la mano a presidentes extranjeros. Según sus colaboradores cercanos la mayoría de los días ni siquiera quería ir a trabajar y se levantaba de la cama a regañadientes.
Su subida al poder, sin embargo, no fue por casualidad. La embarazosa presidencia de Jimmy Carter, hizo que el mundo perdiera el respeto a la autoridad que Washington pretendía imponer y en consecuencia fue un periodo marcado por secuestros, ataques terroristas y secuelas del embargo petrolero. Uno de los errores cometidos por Carter fue el desmantelamiento parcial de la CIA. Esta movida le creo enemigos que no podían esperar a verlo caer y en lo que es considerado por muchos como un golpe de estado, la venganza fue la elección de Reagan como presidente y de George Bush como su vice.
George Bush había sido el Director de la CIA desde 1976 hasta 1980…Pero empecemos desde el principio.
El cuadragésimo presidente de los Estados Unidos nació el 6 de febrero de 1911 en Tampico, Illinois. Tras salir de la universidad, donde confesó más tarde que nunca sacó más que «C» (entrevista con Bárbara Walters el 27 de noviembre de 1981) se dedicó a la locución en Iowa, transmitiendo juegos béisbol y fútbol hasta que fue descubierto por un agente de Hollywood, quien lo contrató para el estudio de la Warner Brothers, con quienes filmó su primera película Love is On the Air en 1937, en la cual hace el papel de narrador de deportes. Para cuando se retiró de la pantalla en 1964 había participado en 52 películas, todas sin excepción, prescindibles, por decir algo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Reagan entró a la escuela de oficiales como Capitán, pero no vio combate. Su experiencia frente a la cámara le sirvió para ser asignado a la filmación de películas de entrenamiento para la Fuerza Aérea. Lo cual no lo detuvo de declarar a la prensa extranjera el 19 de abril de 1985 que él sabía muy bien lo que fue la II guerra mundial por que el mismo había vestido de uniforme por cuatro años. (Vestuario sería más adecuado.)
Al ser dado de baja, Reagan empezó a interesarse en la política y en 1947 fue elegido como presidente del Screen Actors Guild —el sindicato de actores de los Estados Unidos— cargo para el cual fue reelegido por cinco términos seguidos de 1 año. En 1949 su dedicación al puesto empezó a pasar factura y como consecuencia se divorció de su primera esposa, Jane Wyman, Angela Chaning en la serie de televisión Falcon Crest, con quien tuvo un hijo y adoptó otro. Y en 1952 se casó con Nancy Davis, otra actriz.
Quien haya visto una foto de ambas sabe que el gusto de Reagan por las mujeres era el mismo que tenía para elegir guiones.
Nadie supiera quien es Ronald Reagan hoy en día si no es por que en 1964 mientras filmaba un comercial de apoyo al candidato republicano a la gobernación de California, alguien recomendó que se lanzara él mismo. Reagan era el candidato perfecto: lucia bien en cámara y podía aprenderse guiones de memoria. Nadie tomó en serio su nominación hasta que fue muy tarde. Reagan ganó las elecciones con 65% de los votos. Su administración estuvo enfocada, al igual que su presidencia años más tarde en la reducción de impuestos y gastos públicos, incluyendo la seguridad social, cuyos recipientes describía como una masa sin rostro esperando por una limosna.
Igual irrespeto sintió por la naturaleza, empezando su famoso record como anti-ecologista. Defendiendo su negativa a extender la cobertura del Redwood National Park en California, para evitar su deforestación, Reagan le dijo a un periodista del Sacramento Bee, el 3 de marzo de 1966 «Un árbol es un árbol. ¿Cuántos más necesitas ver?» Y más tarde, el 14 de septiembre, terminó la frase en el mismo diario «… si has visto uno los has visto todos»
Tras dos periodos en el poder abandonó el prospecto de reelección al lanzarse como candidato por el partido republicano a la presidencia, batalla que perdería contra Gerald Ford, quién había tomado la presidencia cuando Nixon fue removido. Ford a su vez perdería las elecciones frente al débil Jimmy Carter, en gran parte, gracias al indulto presidencial que le otorgó a Nixon y que le hizo uno de los presidentes menos populares de la historia.
En 1980 Reagan ganó la presidencia en 44 de los 50 estados y el distrito de Columbia, aunque el voto popular apenas pasó del 50%. En 1984, en la reelección, Reagan ganaría en todos los estados menos 1, Minnesotta, hogar del candidato demócrata Walter Mondale.
La victoria de 1980, sin embargo, está empañada por lo que sus asesores llamaron la sorpresa de octubre. El punto clave de la campaña de Reagan era la falta de carácter de Carter y su falta de decisión a la hora de defender el país. El caso que estaba en el tapete era el de los rehenes que Irán tenía en su poder desde hacía más de un año.
Carter estaba en conversaciones con Irán para soltarlos, pero a días antes de que sucediera los iraníes ignoraron el trato, y en la fecha de su inauguración, en enero 20 de 1981, los 52 estadounidenses que habían estado prisioneros en Irán por 444 días fueron liberados casi al mismo tiempo que Reagan tomaba el juramento en Washington. Como agradecimiento «al favor» Más tarde Reagan se enfrascaría en el escándalo Irán-Contra, por vender en secreto armas a Irán a pesar de prohibiciones legales debido al embargo que pesaba sobre el país oriental.
Estas elecciones aunque popularmente descritas como avalanchas, no fueron mejores que las de otros e inclusive Richard Nixon le hubiera dado una paliza a Reagan en caso de ir juntos a las urnas, con el 60.7 % de votos que obtuvo en 1972.
Como republicano su campaña giró en contra del estado paternalista, lo cual significa, un estado corporativo propiedad de todos los grupos empresariales. Su posición fue tan radical en este aspecto que llegó al ridículo, y en un discurso electoral en 1979 llegó a decir que las empresas petroleras demandarían a la agencia de protección del medio ambiente por esconder un estudio en donde se revelaba que el 80% de la contaminación del aire no venía de las chimeneas o los automóviles, sino de los árboles y plantas. La EPA todavía espera ser llamada a corte.
Durante su campaña, Reagan prometió limpiar la casa y volver a los tiempos del Big Stick de Roosevelt. Durante sus años como actor y gobernador de California, Reagan había sido un hombre de bajo perfil. Estar bajo la presión de la prensa 24 horas al día como presidente de los Estados Unidos era otra historia. Sin embargo Reagan decidió que bien valía la pena intentarlo y construyo un gobierno basado en la delegación de poderes a diestra y siniestra.
El gobierno de Ronald vio el renacimiento de una mezcla de política y religión como no se había visto desde hacía mucho en Washington y la extrema derecha no tardó en hacerse un sitio en la Casa Blanca.
Los Reagan, según ellos, eran el ejemplo de la unión familiar para los estadounidenses, sin embargo, sus hijos contarían otra historia. Patty Smith, quien tuvo la osadía de fotografiarse desnuda (entre otras cosillas) en Playboy contó en su autobiografía como su mamá le daba palizas mientras era una adolescente y de cómo era dependiente de los tranquilizantes mientras trabajaba para la campaña antidrogas «Just Say No».
Ron Jr. quien se casó sin siquiera invitarlos al matrimonio, contó como una vez que un Lincoln de la familia se cayó por un desfiladero, lo único que lamentó es que su mamá no hubiera estado dentro de él.
Ronald y Nancy mantuvieron la calma a pesar de estos escándalos, y el gobierno su gobierno giró, con cada año que pasaba, más y más hacia la derecha, llevándose por encima, derechos civiles y libertad de expresión hasta el punto del apartheid. Por otro lado, eran tiempos difíciles y sin la mano dura de este gobierno las cosas se hubiesen puesto peliagudas en el ámbito internacional.
En este respecto su administración estuvo marcada por las malas relaciones internacionales y las luchas internas para aplicar el paquete económico que pasaría a la historia con el nombre de: Reaganomics. Rusia y la economía serían los platos fuertes de casi cada día de sus mandatos.
Según los Reaganomics, el gobierno debía promover la libertad de acción y el subsidio de las empresas, y los sectores económicamente fuertes, y este impulso económico debía, eventualmente llegar a los sectores más bajos en la forma de más empleo, lo cual finalmente movería la economía. La teoría de la economía de oferta, de generar trabajos mediante el incremento de la producción de bienes y servicios se suponía que generaría más empleos, y al final de su período, aunque con resultados mixtos… funcionó. Lo de mixtos es por que funcionó para los Estados Unidos. El paquete aplicado en otros países fue una historia completamente distinta (ver Argentina y Venezuela), y la fuente de innumerables dolores de cabeza para Washington.
En búsqueda de la reducción del presupuesto, Reagan eliminó gran cantidad de servicios sociales y eliminó grandes cantidades de deducciones de los impuestos, pero a pesar de todo el polvo y las críticas que levantó con esto, para 1988 el desempleo —que cuando Carter se situaba en 10.6%— había bajado a 5.5% y la inflación —que había llegado a 13.5%— cayó gradualmente a aproximadamente 5%.
Las relaciones entre la Unión Soviética y los EE.UU. fueron de terror durante el primer período de Reagan. El derribamiento de un avión de pasajeros coreano en 1983 por parte de Rusia, el expansionismo de la URSS, sus políticas intervencionistas, el emplazamiento de mísiles de mediano alcance por los EE.UU. en Europa occidental y la propuesta de Reagan a crear la iniciativa estratégica de defensa, que fue bautizada por la prensa como Star Wars, contribuyeron a esto. Pero en 1985 una reunión con el líder soviético Mikhail Gorbachev en Génova, comenzó una línea de pacificación y en 1987 se firmó el primer tratado entre ellos que llevaría a la eliminación de armas nucleares en ambos países.
Varias veces Reagan llevó a cabo acciones militares, casi siempre como instrumento para determinar o forzar su política exterior. En octubre de 1983 ordenó la invasión a Granada, declarando a la isla caribeña un germen del comunismo cubano que ponía en peligro a los EE.UU. Esto sucedió dos días después de un ataque terrorista en el Líbano que mató a 241 marines. Granada, no era una amenaza, pero la idea era enviar el mensaje de que Washington no jugaría a la hora de contra atacar.
Cuando un avión fue secuestrado a Beirut en 1985, Muammar al-Qaddafi fue puesto en la lista negra de Washington y sirvió como ejemplo a los demás terroristas con más de un bombardeo. En agosto de 1981, dos jets libios fueron derribados por los EE.UU. sobre el Golfo de Sidra. Y las tensiones crecieron en octubre de 1985 cuando terroristas tomaron por sorpresa al crucero italiano Achille Lauro y mataron a un estadounidense. Aviones de EE.UU. interceptaron al avión que cargaba a los secuestradores, rumbo a un asilo en Egipto, y los forzaron a aterrizar en Italia, donde los italianos los soltaron tras una serie de ataques terroristas en Roma y Viena. En retaliación, aviones estadounidenses atacaron Trípoli y otras ciudades libias en abril de 1986. Durante la segunda Guerra del Golfo el líder de los secuestradores del Achille Lauro fue arrestado en Bagdad, donde era huésped de Saddam Hussein.
En 1988, EE.UU. invadió Panamá para derrocar a Manuel Noriega, quien se había negado a entregar el poder. Antiguo agente de la CIA, Noriega cayó en desgracia al pensar que podía soltarse el moño fácilmente. Aún debe estarse arrepintiéndose por ser tan bolsa, desde la cárcel donde paga cadena perpetua en Florida.
Pero el problema más grave de la administración y su legado más problemático a las presidencias del futuro, fue el caso Irán-Contra en 1987. En 1986 su gobierno admitió que había vendido armas a Irán (entonces enemigo de los Estados Unidos durante la guerra Irán-Irak) en secreto, y que parte de las ganancias eran enviadas a las guerrillas en Nicaragua. Reagan declaró que él no sabía nada de eso y que su Ministro de Defensa, el Vice-Almirante John Poindexter o su ayudante el Teniente Coronel Oliver North le habían ocultado esta información. La investigación en cuanto a esto, fue para tomar palco y los resultados de ella, publicados en 1987, describen a Reagan como confundido y desinformado, quien luego concluyó que su estilo de gobernar relajado lo había imposibilitado de controlar a sus subordinados. Por supuesto que nadie se la cree o creyó entonces. Pero es mejor pasar por estúpido que por criminal.
El Congreso exoneró a Reagan en noviembre de 1987, pero Poindexter, North y otros fueron a la cárcel por el affaire en 1988.
Actualmente Reagan vive en un retiro obligado gracias al Alzheimer y rara vez se presenta en público. Su administración es llamada «la presidencia de teflón», porque no había nada que le hiciera daño. Esto se lo ha atribuido quien fuera la bruja particular de Reagan: Joan Quigley, quien recibía de antemano los itinerarios del Presidente para hacer que cada cosa hecha estuviera de acuerdo con su carta astral y el momento más propicio para ello.
Sobre esto Donald Regan —Jefe de Personal de la Casa Blanca de Reagan— tiene la última palabra: «Virtualmente cada movida y decisión de envergadura de los Reagan hechas durante mi tiempo en la Casa Blanca, tenían que ser aprobadas de antemano por una mujer en San Francisco que les leía el horóscopo».
Sólo en una ocasión, aceptó haberse equivocado: el día del atentado hecho a Reagan por John Hinckley (quien buscaba impresionar a la actriz Jodie Foster). Al respecto Quigley comentó que si tan sólo la hubieran llamado inmediatamente antes, les hubiera dicho lo que las cartas no presagiaban un buen día.
Si tan sólo el resto del mundo hubiera hecho eso en 1980, todos nos hubiéramos ahorrado un montón de dolores de cabeza.
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