Gracias a la película de Martin Scorsese, «Gangs of New York», basada libremente en el libro de culto por Herbert Asbury, uno de sus personajes es hoy en día más conocido de lo que fue cuando aún caminaba las calles de Manhattan: William «Bill the Butcher» Poole.
A principios de este año se celebró una ceremonia en Brooklyn donde se puso una placa sobre la tumba, hasta entonces sin marcar, de William Poole. Durante el acto, el presidente del cementerio, obviamente tratando de sacar provecho del éxito de la película atrayendo visitantes, dijo que el acto no era por Bill El Carnicero, sino por aquellos que murieron durante las revueltas en contra de la recluta en 1863. La muerte de Bill, en la película, sucede en el clímax de estas revueltas.
Pero falta un detalle, y es el congresista y boxeador de pesos pesados norteamericano John Morrissey, quien una vez dijo a la Cámara de Representantes: «He alcanzado la cúspide de mi ambición. He sido marinero, ladrón de gallinas, boxeador, apostador, y miembro del Congreso».
Él sería acusado del homicidio de William «Bill the Butcher» Poole, en 1855; es decir, ocho años antes de su muerte en la película.
Bill the Butcher tuvo tanto que ver con la revuelta como el mismísimo Camilo Sesto.
De casi 2 metros y 120 kilos, William Poole sobresalió en una era de hombres más bien pequeños. Entonces los pandilleros eran hombres trabajadores, usualmente obreros y pequeños empresarios como Poole, quien era carnicero.
Éste comenzó su carrera como miembro de los Bowery Boys, la pandilla más importante de Nueva York en ese momento, y según escribió Asbury: «los más feroces luchadores que alguna vez hayan partido un cráneo o sacado un ojo». Aquí Bill se distinguió por otra cosa, el tipo peleaba como un demonio.
Para 1850, Poole ya era líder de la pandilla que controlaba el muelle de Christopher Street. Y militaba en el partido Sabelonada (Know-Nothing Party), llamado así porque sus miembros respondían a todas las preguntas con la misma frase: «Yo no sé nada». Poole y sus hombres se oponían a la inmigración irlandesa y católica que invadía la ciudad. Odiaban a los inmigrantes en general por considerarlos como competencia barata en el mercado laboral y por su influencia en la ciudad, ya que los políticos se peleaban por el voto inmigrante. La violencia en contra de los inmigrantes era cosa de todos los días.
Pero los Sabelonada, o Nativistas, que así se hacían llamar los del partido nacionalista, no eran todos miembros de las clases bajas. Los había gobernadores, congresistas, y legisladores. Y usaban el fraude y el terror para hacerse con las elecciones. Bill the Butcher fue pionero en usar malandros en las calles para dominar a una sociedad democrática. Dos generaciones más tarde se le ocurriría lo mismo a Benito Mussolini.
Poole adquirió relevancia al unir fuerzas con el capitán Isaías Rynders, político que manejaba su propio partido, el Americus Club, desde un bar en Park Row, a pocas cuadras del City Hall. Una vez comisario, Rynders fue un violento racista que encontró el apoyo que necesitaba en el guapo Bill The Butcher.
Una noche, John Morrissey entró borracho al Americus Club y retó a los hombres del bar a medirse en una pelea. Una docena de hombres aceptaron el reto con una lluvia de navajas, vasos y botellas. Rynders tuvo que disponer de una habitación y una enfermera para Morrisey y conmovido por su audacia le ofreció trabajo en el partido. Pero Morrissey dijo que no, porque odiaba al carnicero y no podía verlo ni en pintura.
Las relaciones entre ellos empeorarían irremediablemente. En desafío al gobierno, Bill The Butcher anunció públicamente que arreglaría las siguientes elecciones. El gobierno, sin muchas opciones, contrató a John Morrisey para defenderse. El día de las elecciones, Morrissey colocó a sus hombres alrededor del City Hall y les dijo: » No habrá consecuencias si sacan del juego a los hombres de Bill permanentemente, las orejas y las narices serán bienvenidas como recuerdos de una ocasión tan interesante».
Bill The Butcher llegó con sus hombres a mediodía, vio al comité de bienvenida, sacó cuentas y ordenó a sus hombres que se retiraran. La diferencia era de 3 a 1. Como agradecimiento, a Morrissey se le permitió abrir un casino sin ninguna interferencia del estado, lo cual hizo lo millonario en muy poco tiempo.
Poco después se encontraron otra vez. Morrissey apostó $50 en oro a que Poole no podía nombrar un lugar donde Morrissey no iría a pelear con él. Poole dijo los muelles de Christopher St., su propio gueto. Morrissey le dio la plata a Poole y preguntó por otro lugar. Poole dijo el muelle de la calle 10. Se pusieron de acuerdo para encontrarse al otro día a las siete de la mañana. Morrissey llegó con una docena de hombres armados. Bill the Butcher no se apareció. Pero doscientos de sus hombres sí lo hicieron, dándoles una paliza que se detuvo sólo cuando dieron a todos lo hombres por muertos.
Se encontrarían una vez más, el 24 de febrero de 1855. El sitio era Stanwix Hall, un bar recién abierto en Broadway y Prince St. Morrissey, jugaba a las cartas cuando escuchó a Poole. Se le acercó de un salto, lo escupió en la cara y sacó una pistola. Falló el disparo. Poole sacó su pistola. Alguien gritó que si iba a dispararle a un hombre desarmado. Bill maldijo y puso su pistola sobre el bar y sacó dos cuchillos de la cintura invitando a Morrissey a pelear con ellos. Morrisey se fue a su casa en el 55 de Hudson Street. El Carnicero era un maestro usando los cuchillos y no había ningún chance de sobrevivir si aceptaba el reto.
Los amigos de Morrisey en el bar la agarraron contra Poole. Pero cansado o por simple avaricia puso $50 de oro sobre el bar y dijo que sólo pelearía con quien cubriera su apuesta. Nadie lo hizo, pero un tal Turner, amigo de Morrisey, se abrió el sobretodo y le disparo en una pierna. El carnicero cayó, varias pistolas le fueron puestas en el pecho, y le dispararon a quemarropa en el pecho y el abdomen. Poole se levantó como Caracortada, probablemente a pura adrenalina, agarró un cuchillo del bar y juró sacarles el corazón a todos, pero era demasiado tarde, las piernas empezaron a temblarle y más temprano que tarde golpeó el piso con la cabeza.
Bill the Butcher vivió catorce días tras el ataque. De acuerdo con Asbury, los doctores hallaban inexplicable que el hombre estuviera vivo tras recibir un tiro en el corazón. Murió en su cama y le hicieron un funeral de héroe, con miles de personas alineadas en el bajo Broadway, mientras media docena de bandas de viento y más de 5000 hombres marcharon en procesión desde Christopher Street hasta Whitehall Street, desde donde llevaron sus restos en ferry hasta Brooklyn.
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