Aclaratoria: con todo y lo atrinca* que fue el año pasado, solo vamos a comentar tangencialmente sobre el mismo en este editorial. Cualquier intento en directo irremediablemente nos llevaría a mencionar a Mr. W, y debido a una apuesta anterior a las elecciones presidenciales en USA (basada en los resultados de la misma), no podemos decir nada de ese caballero hasta el próximo número (Y no, no nos volvimos locos. La apuesta también incluía llamarlo así, si por alguna razón nos referíamos al susodicho).
Por fin se acabó el 2004, con su olor a pólvora, muertos y quiquirigüiquis* políticos a nivel mundial que nos hacen decir: ¡BON VOYAGE, si te he visto no te conozco!
Dejando de lado nuestra vida privada, aparte de ustedes y nuestro trabajo en El Nuevo Cojo, la verdad que tenemos poco que extrañar del año recien expirado. Y el que está en curso lamentablemente tampoco se ve muy bien que digamos. Pero no seamos pesimistas.
Antes de escribir este corto mensaje editorial, habíamos preparado toda una disertación sobre la navidad y el poco sentido que tiene seguir llamando así a las bacanales de fin de año, temporada en que la mayoría del planeta celebra el nacimiento de Cristo haciendo exactamente el tipo de cosas que más arrechera le deben dar a Dios.
Esas que deben tentar las ganas del todopoderoso de hacer llover fuego y azufre sobre cualquier cosa que se mueva y sea capaz de sumar dos y dos. Y ni hablar de los arbolitos, San Nicolás y los nacimientos, que tienen tanto de cristiano como una Mágnum .44. (Y por favor, no nos escriban tratando de explicar como el mandamiento sobre no tener ídolos, en realidad tiene otro significado).
También habíamos caído en la cursilería escribir un discurso de fin de año. Uno de esos con un «mensaje» sobre como mejorar la vida de todos en este planeta. Pero como en algunas ocasiones los mensajes solo son tan buenos como los mensajeros, decidimos olvidarnos de eso y así y evitar la tentación moralizadora e hipócrita. Y además, que importa lo que podamos opinar si ni el Papa, ni todos los tribunales del mundo, ni Washington con todo su arsenal ha sido capaz de lograr efecto alguno en cuanto a mensajes se refiere.
Por esto nos limitaremos a extender los mejores deseos en este año que comienza. Esperamos que en el 2005 se cumplan todas las metas que se hayan propuesto. Sea acostarse con la vecina, sea ganarse la lotería, sea la paz mundial. Les deseamos a todos que (aunque no en ese preciso orden) todo lo que quieran se haga realidad.
En nombre de todo el equipo del Cojo, ojalá el año que viene sea el mejor año de sus vidas. Muchas gracias por habernos leído, recomendado y sobre todo escrito durante los últimos 365 días. Sinceramente, no pudiéramos tener mejores lectores.
Y por favor, lean y traten de hacer lo que recomendamos en el otro editorial titulado «Un Dólar», alguien en alguna parte se los va a agradecer.
*Quiquirigüiqui: Venezolanismo que significa asunto escabroso, engaño, estafa, decepción.
*Atrinca: Venezolanismo. Duro, difícil.
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