En las horas siguientes al atentado del 3-11, las noticias provenientes desde España nos mostraron de cerca la verdadera cara de uno de los gobiernos más cínicos, desvergonzados, hipócritas y retrogradas de los últimos cien años. La consecuencia de esto, etiquetada por la prensa como una «sorpresa», fue más bien una rebelión popular. Una revolución democrática cuya ira fue dirigida exclusivamente al ex-presidente español José Maria Aznar, o «Ansar» como lo llama George Bush.
La salida del gobierno del chupamedias número uno del gobierno norteamericano de toda la historia española en las elecciones del pasado 14 de marzo, se llevó a cabo en medio de un escenario en el cual el gobierno derechista le mintió, o pretendió mentirle, a los votantes al afirmar que las bombas que mataron alrededor de 200 españoles e hirieron a más de mil fueron colocadas por el grupo separatista vasco, ETA, cuando ellos sabían muy bien que todo indicaba que la catástrofe era el trabajo de terroristas islámicos. ¿La razón? Que el sucesor de Aznar, Mariano Rajoy, pudiera mantener al Partido Popular en el poder.
Con una cómoda ventaja en las encuestas, el Partido Popular apenas tenía que prevenir que se relacionara a grupos islámicos con los ataques, evitando así que fueran percibidos como retribución por la colaboración del país con la aventura iraquí de George Bush. Aunque en números más simbólicos que otra cosa, Aznar había enviado tropas a Irak a pesar que millones de españoles habían protestado en contra de la intervención. Una encuesta del Real Instituto Elcano había revelado una oposición al envío de tropas del 80%. Todos los partidos políticos con representación parlamentaria (8 en total), excepto el PP, respaldaban desde antes del atentado la retirada de las tropas españolas de Irak, por lo que los populares necesitaban desesperadamente una victoria por mayoría absoluta, para no tener que enfrentarse en el nuevo parlamento a una previsible coalición de todos contra uno.
Con esto en mente, el gobierno de Aznar deliberadamente ocultó evidencias que conectaban a los musulmanes con los atentados y enfocó toda su atención en la ETA, grupo de largo historial en materia de atentados aunque nunca en la escala de lo que había pasado en Madrid. Desde 1968, año en que ETA comenzó su campaña independentista, el grupo ha matado a 850 personas. El atentado más grande perpetrado por ellos sucedió en el Centro Comercial Hipercor de Barcelona el 19 de junio de 1987. Hubo 21 muertos y 45 heridos.
El show del gobierno sucedió más o menos así:
Jueves, 11 de marzo
Poco después de los atentados, el gobierno español empezó a presionar a la ONU para que responsabilizara formalmente a la ETA del atentado. Aún con el escepticismo de algunas delegaciones, incluyendo Rusia y Alemania, la ONU declaró en contra de ETA porque el gobierno de Madrid aseguró que estaban seguros, no había ninguna duda, que habían sido los vascos. El Ministro del Interior, Ángel Acebes, calificó en su primer comunicado a la prensa de «miserables» a todos los que sugerían que la autoría del atentado pudiera ser otra. Al sol de hoy la ONU esta exigiendo una explicación al gobierno español de porque solicitó la condena de ETA sin tener pruebas en la mano.
10:30 AM
Investigadores descubren una furgoneta con detonadores y un casete cerca de donde los terroristas abordaron los trenes para colocar las bombas. Los detonadores eran como los utilizados en el ataque y en la cinta estaban grabados fragmentos del Corán. Poco después el diario árabe con sede en Londres Al Quds al Arabi recibió un e-mail de un grupo afiliado a la red Al Qaeda deOsama Bin Laden atribuyéndose la responsabilidad de las explosiones. «Hemos logrado infiltrarnos en el corazón de la Europa y golpear una de las bases de la alianza», dijo el grupo en el e-mail, donde llamaron al ataque «Operación Trenes de la Muerte«.
5:00 PM
El Ministerio de la Presidencia empieza a telefonear a reporteros extranjeros trabajando en España para informarles que el gobierno estaba seguro, no tenían ninguna duda, que ETA era responsable de las bombas. Simultáneamente, el mismo Aznar telefonea a los directores de periódicos y otros medios de comunicación españoles, asegurándoles, comprometiendo en ello el prestigio de su cargo, que por las informaciones que tiene el gobierno el atentado ha sido obra de ETA «sin ninguna duda».
5:30 PM
Ana Palacio Vallelersundi, la Ministra Española de Asuntos Exteriores envió un memorando urgente a todos los embajadores y cónsules españoles del planeta, ordenándoles confirmar a la prensa extranjera que ETA había llevado a cabo los atentados, de «aprovechar aquellas ocasiones que se le presenten para confirmar la autoría de ETA de estos brutales atentados, ayudando así a disipar cualquier tipo de duda que ciertas partes interesadas puedan querer hacer surgir». Aseverando que «el ministro del Interior ha confirmado la autoría de ETA. Así lo confirma el explosivo utilizado y el patrón utilizado en los mismos, que es el habitual de ETA, así como otras informaciones que aún no se han hecho públicas por razones obvias». El explosivo utilizado era Goma-2, de fabricación española, un producto que hace casi una década que ETA no utiliza; en sus últimos atentados, los terroristas vascos siempre han usado Semtex.
Para el momento en que esta nota fue enviada el gobierno español había sabido por horas la relación entre los detonadores y la cinta encontrados en la furgoneta con grupos islámicos. Pero otra vez, estaban seguros, no había ninguna duda.
Viernes, 12 de marzo
3:00 AM
Investigadores descubren restos de una mochila en los restos de uno de los trenes, con una bomba sin explotar y un teléfono celular. La bomba tenía los mismos detonadores que había en la furgoneta. Ni los detonadores, ni los explosivos eran del tipo utilizados por ETA. Así lo reconoce Acebes en su siguiente comparecencia ante la prensa, pero quitándole importancia. El teléfono celular empezó a ser investigado. Aún cuando ya la relación entre extremistas islámicos y los atentados era cuando menos considerable, el gobierno continuó acusando a la ETA.
Sábado, 13 de marzo
12:00 AM
Periódicos de todo el mundo, incluyendo The New York Times, cita a Gustavo de Aristegui afirmando que los partidos de oposición estaban utilizando la tragedia para su propio beneficio. Más tarde en una entrevista telefónica transmitida por CNN Aristegui declaró que «algunos partidos de la oposición están tratando de usar Al-Qaeda por lo de la guerra en Irak simplemente para ganar las elecciones.» Y para culminar Aristegui, vocero del partido popular y sobreviviente él mismo de un atentado de ETA, dijo que condenaba esta táctica de los opositores como «asquerosa», llegando a especular que la furgoneta y la cinta eran el trabajo de la oposición. «No puedo imaginarme a un grupo radical islámico con una cinta de principiantes….Normalmente esto sería alguien con material más sofisticado. Cualquiera pudo haber puesto esa cinta allí.»
8:00 AM
La cadena SER (perteneciente al grupo mediático PRISA, al que se considera próximo al Partido Socialista) que había estado transmitiendo el otro lado de la moneda a la versión gubernamental de la tragedia, recibió de fuente anónima datos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI, algo así como la CIA española) que la agencia estaba 99% segura de que los atentados habían sido llevados a cabo por grupos islámicos. Al parecer, aunque esto no se ha confirmado, el CNI o alguien con acceso al CNI filtró esos mismos datos a diversos políticos de la oposición. En todo caso, el responsable de campaña del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, comparece por sorpresa ante los medios de comunicación para afirmar que «los dirigentes socialistas sabemos desde hace muchas horas que la principal línea de investigación policial sobre os atentados» apuntan hacia el integrismo islámico, pero que no lo habían dicho «Por sentido de Estado». Durante la retransmisión del noticiario de la emisora de TV local para Cataluña, el «Conseller en Cap» del gobierno autónomo catalán, Joan Puigcercós (del partido Esquerra Republicana de Catalunya) afirma, en conversación telefónica emitida en directo, que el gobierno local que él representa sabe de fuentes «procedentes del CNI» que el gobierno central de la nación está ocultando información relevante acerca de la autoría de los atentados.
Poco más tarde, bajo presión de la opinión publica, el ministro del Interior, Ángel Acebes, informó de la detención de tres marroquíes y dos hindúes, y confesó la existencia de una cinta de vídeo, en la que un terrorista decía en árabe que Al Qaeda, se atribuía la responsabilidad por los atentados. El vídeo fue encontrado en un cesto de basura en Madrid, después de que un canal de televisión recibiera una llamada anónima con instrucciones en árabe sobre la existencia de la cinta, informó Acebes. «Declaramos nuestra responsabilidad de lo que ha ocurrido en Madrid», afirmó el hombre del vídeo. «Esto es como respuesta a los crímenes que han causado en el mundo y en concreto en Irak y en Afganistán, y habrá más si Alá quiere».
No obstante, Acebes manifestó que «hay que tener toda cautela respecto a la fiabilidad de este comunicado, ahora se comenzará a investigar sobre el mismo, y hay que tomarlo como tal con prudencia y con cautela».
8:00 PM
Barcelona, Madrid y otras ciudades españolas empiezan a cacerolear al gobierno. Los carros en las calles a tocar sus cornetas y frente a la sede del Partido Popular en Madrid un turba empieza a reunirse y gritarles «asesinos» a sus ocupantes. Los manifestantes se convocaron unos a otros enviándose mensajes por teléfono celular. El candidato del Partido Popular, Mariano Rajoy, llama a estas demostraciones «antidemocráticas» e «ilegales«, pero no acusa a nadie en concreto, porque no puede; todo parece indicar que las protestas se han organizado de manera espontánea. Las protestantes ignoraron las acusaciones de Rajoy y gritaron consignas contra al gobierno saliente del presidente José María Aznar, al que acusaron de ocultar información.
Mientras tanto, el PP denunció a los partidos opositores frente a la Junta Electoral Central española porque según ellos sus declaraciones habían dado a pie a las manifestaciones en contra del partido gobernante. Suspender las elecciones era una opción, pero la junta sostuvo que aunque las protestas suponían una violación de las leyes electorales, ratificaba la celebración de los comicios.
El once de marzo el gobierno mismo, tras decretar tres días de luto nacional, convocó una manifestación al día siguiente en todas las capitales de provincia de España, bajo el lema «Con las víctimas, con la Constitución, por la derrota del terrorismo».
Domingo 14 de marzo del 2004
Día de las elecciones generales en España. Temprano en la mañana las encuestas muestran que los socialistas han cortado la ventaja de Rajoy considerablemente. El índice de participación de los votantes es altísimo, de más de un 77%, cuando habitualmente oscila en torno a un 60%, y el recuento posterior demostrará que estos nuevos votos han sido, casi en su totalidad, para las candidaturas de Partido Socialista Obrero Español. A las once de la noche, con más del 70% de los votos escrutados, la derrota del Partido Popular es evidente, y así lo reconocen sus líderes, usando en sus comparecencias públicas un lenguaje muy moderado y conciliador, aunque algunos sectores de las bases no saben perder con tanta deportividad y ante la sede central se corean consignas como «Manos arriba, esto es un atraco» (insinuando que les han robado la victoria), o «Habéis ganado por el atentado», o incluso «Zapatero, presidente de Al Quaeda», por el candidato socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien en su primera comparecencia pública como virtual nuevo presidente del gobiernose ratifica en su promesa de que si gana las elecciones traerá a casa a los 1.300 efectivos españoles enviados a Irak cuando termine el mandato del PP el 30 de junio, a menos -y la precisión tiene su importancia- que las fuerzas de ocupación sean sustituidas por tropas de Cascos Azules de la ONU, y que ésta gestione en adelante la reconstrucción política del país árabe. Empieza entonces una polémica, que aún dura, entre los que consideran esa decisión una claudicación cobarde ante los terroristas y los que la consideran el cumplimiento de una promesa formulada antes de los atentados y secundada, ya entonces, por la mayoría de la opinión pública española.
Por la mañana, mientras depositaba su voto, el candidato del gobierno Mariano Rajoy fue insultado por los presentes quienes le llamaron mentiroso. Esa misma tarde tendría que admitir su derrota y el fin del régimen derechista español. Quisiera o no, en esta ocasión, por primera vez en la semana, realmente tenía pruebas, estaba seguro, de que lo que iba a decir estaba basado en la verdad.
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