- Publicado en Narrativa
Mañana el otoño y pasado el verano
Y era un almuerzo chiquito: margaritas, fruta madura, granola, durazno pero la demencia asechaba detrás de mis sombras. Un ser pequeño y triste de pronto se convierte en bala, flecha, pólvora y la calesita se repite, las riñas de la infancia se superponen, se exceden. Se acabó así no más la dulzura de la tarde, el amor en las hamacas y el desorden de los besos. Todo se vuelve distante, todo ahora es naufragio, terror en las esquinas, guardaespaldas, amigos insospechados, desencantos prematuros.