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Me voy a comer a un chino

Usualmente comerse a un chino no es tan fácil. Entrenan desde niños para evitar ese tipo de atropellos al idioma y sus propias vidas. Usualmente comerse a un chino no es tan fácil. Entrenan desde niños para evitar ese tipo de atropellos al idioma y sus propias vidas. © 1988 Cannon International

Una de mis batallas más habituales, tanto en los talleres literarios como en la corrección de manuscritos, es hacer entender al alumno o al autor que el lenguaje oral y el lenguaje escrito no son la misma cosa, y que hay que estar vigilantes para que el primero no contamine al segundo. No conviene abusar del lenguaje coloquial, a no ser que haya una buena justificación; por ejemplo: que sea un personaje de determinado estrato social quien haga uso de esos coloquialismos. Es un recurso muy usado dibujar al personaje mediante su manera de expresarse, y si el personaje tiende a hacerlo en esos términos, ¿por qué no reproducir la literalidad de sus palabras, aunque sean malsonantes?

Pero debemos tener en cuenta que si algo caracteriza al lenguaje coloquial es la pereza. A nivel sociológico, me sorprende que personas que hablan tanto se esmeren, por otra parte, en ahorrar palabras, hasta el punto de sustantivar adjetivos para no tener que pronunciar el sustantivo. Y ese ahorro, en mi opinión, casa mal con un lenguaje escrito que pretende ser elegante, donde todo esfuerzo por lograr la precisión nunca está de más.

Algunos ejemplos muy escuchados en la calle:

"No tengo móvil" (en vez de "No tengo teléfono móvil", si es a eso a lo que nos referimos).
"He comprado una hidratante" (en vez de "una crema hidratante").
"El tailandés me ha relajado mucho" (en vez de "el masaje tailandés").
"Yo viajo siempre en el urbano" (en vez de "en el autobús urbano"). [Los argentinos dicen y escriben "el colectivo" para referirse al autobús urbano].

Y la cosa se complica cuando decimos o escribimos: 

"Me voy a comer a un chino" (en vez de "a un restaurante chino").

Lo que suelo recomendar, por cortesía con el lector, es escribir el sustantivo antes del adjetivo, al menos la primera vez que lo citamos. En una escena en la que aparece bastantes veces el teléfono móvil, conviene escribirlo tal cual (con las dos palabras) cuando aparece por primera vez, insisto, aunque luego, por no resultar demasiado fisnos y de paso para ahorrarnos una palabra en estos tiempos de crisis, lo abreviemos a "móvil". Así evitamos malentendidos. Lo peor que le puede ocurrir a un escritor es dar a entender -aunque sea por un instante- algo que no está en su ánimo comunicar. 

En cualquier caso, desaconsejo que os comáis a una persona, al margen de su nacionalidad. Eso en mi tierra se llama canibalismo y está penado con la cárcel.

 

 

Modificado por última vez enLunes, 05 Noviembre 2012 04:35

Información adicional

Francisco Rodríguez Criado

Francisco Rodríguez Criado (Cáceres, 1967) compatibiliza desde hace tiempo la escritura con la docencia en talleres literarios y el trabajo como corrector de estilo.
Es autor de cuatro libros de relatos: Sopa de pescado (Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2001), Los Bustamante, una familia del siglo XXI (Diputación de Badajoz, 2001), Siete minutos (La bolsa de pipas, Palma de Mallorca, 2003) y Un elefante en Harrods (De la Luna Libros, Mérida, 2006). También es autor de la recopilación de articuentos Textamentos (Alcancía, Cáceres, 2005) y de la novela Historias de Ciconia (De la Luna Libros), novela ambientada íntegramente en la ciudad de Cáceres, publicada también en De la Luna Libros, en 2008.
Sus minificciones han sido incluidos en algunas de las mejores antologías de relatos y microrrelatos españolas: El cuarto género narrativo. Antología del microrrelato español (1906-2011). Ed. Irene Andrés-Suárez (Cátedra, Madrid, 2012), Velas al viento. Ed. Fernando Valls (Los cuadernos del vigía, Granada, 2010), La quinta dimensión (Universidad de Extremadura, Mérida, 2009), Soplando vidrio y otros estudios sobre el microrrelato español. Ed. Fernando Valls (Páginas de Espuma, Madrid, 2008), Histerias breves (El problema de Yorick, Albacete, 2006), Relatos relámpago (ERE, Mérida, 2006), etcétera. Y algunas de sus opiniones sobre el microrrelato han sido recogidas en la tesis doctoral de Leticia Bustamante Valbuena Una aproximación al microrrelato hispánico. Antologías publicadas en España (1990-2011).
Algunos de sus cuentos han sido premiados o han resultado finalistas en diversos certámenes literarios. Artículos, poemas y cuentos suyos han visto la luz en revistas y periódicos de España y México. Es colaborador de EL PERIÓDICO de Extremadura, donde mantiene desde diciembre de 2005 la columna semanal de opinión “Textamentos”, cuya versión digital puede visitarse en su blog Ciconia. Es editor de NarrativaBreve.com, uno de los blogs de literatura en castellano más leídos.
Mi querido Dostoievski (La Discreta, Madrid, 2011) es su último libro.

Sitio Web: narrativabreve.com/