- Publicado en Ficción
Vida muerta
El cuerpo de Verónica descansa aún caliente en el ataúd. Su muerte fue lenta pero tranquila. En la capilla velatoria, aquel frío día de junio, ancianos y jóvenes con espejuelos de gruesa pasta negra y ropajes envejecidos, lloran y conversan pausadamente con ojos de asombro e incredulidad, frente al vidrio que separa a la muerte de la vida, viendo los ojos cerrados del ahora rígido rostro de Verónica.