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Tedium Vitae (11)

La vida empieza a los treinta

Son las 6:14 AM y ya me estoy bajando de un taxi. Hoy me van a sacar las amígdalas y siento esa morbosa emoción predesvirgante del que jamás ha estado en un quirófano. A las 11 AM me van a operar. Cuando despierte de la anestesia, seguro que me sentiré extraña. Además, hoy cumplo 30 años. Mi familia se enferma tanto, que en la Clínica Santiago de León —nuestro sanatorio preferido— las enfermeras nos preguntan si somos accionistas. Pero mi Seguro Médico no fue aceptado en tan digno centro hospitalario, y me mandaron para una clínica que desde afuera parece más bien un Parasistema.

Hora pico

A muchas personas les incomoda hablar de estadísticas, pero a otras les sirve de brújula en medio de este boom gay. Son muchos los heterosexuales que han revisado una y otra vez su sexualidad y considerado la idea de intentar otras opciones. El argumento en general es, que en medio de todo este destape -fuertemente publicitado a través de los medios de comunicación- capaz que uno está metido en el closet y no se ha dado cuenta.

La cucaracha

Como toda mujercita que se precie de serlo, yo me cuaimatizo, necesito mis piropos en la calle y no soporto ni ver a una cucaracha. Y aunque Bayer diga lo contrario, la histeria por los "bichos" es totalmente es aprendida. Yo ya estaba encaminada a ser una mujer sobresaliente, como esas abuelas gallegas que las matan con la mano, pero un pequeño desliz conductista de mi padre, acabó con cualquier esperanza de ser una mujer evolucionada.

¿Mujer o mujercita?

A mis tiernos 9 años, era yo una cosita de 1.20 m y unos 30 kilos. No había tía que se resistiera a mis cachetes y jugar a las muñecas con mis primas me dejó de parecer divertido, cuando la ropa del Bebé Querido me continuó sirviendo un año tras otro. En medio de este derrame de cuchura, el germen de la ironía empezó a formarse, tal vez como anticuerpo ante tanta miseria humana. Mi pobre madre, experta en la costura desde niña, pasaba sus momentos de ocio, ante su máquina, vistiéndome con cuanto modelito había, para hacer de su hijita la más bella de la piñata y del salón.

Los Roques mon amour

Son las 6:14 AM y ya me estoy bajando de un taxi. Hoy me van a sacar las amígdalas y siento esa morbosa emoción predesvirgante del que jamás ha estado en un quirofano. A las 11 AM me van a operar. Cuando despierte de la anestesia, seguro que me sentiré extraña. Además, hoy cumplo 30 años. Mi familia se enferma tanto, que en la Clínica Santiago de León -nuestro sanatorio preferido- las enfermeras nos preguntan si somos accionistas. Pero mi Seguro Médico no fue aceptado en tan digno centro hospitalario, y me mandaron para una clínica que desde afuera parece más bien un Parasistema.

Cerdinas en lata

Es tan difícil ser normal en el Trópico cuando siempre hay frutas en los árboles. Hasta en verano puede llover copiosamente, aliviando temporalmente la sequía de los pastizales. Un día dura aquí casi una semana, entre derroches estrafalarios de sol y brisa, como si fueran ofrendas a los dioses ya extintos. Es tan facil mirar cualquier colina al atardecer e imaginar que una carreta doblará la esquina de un momento a otro. Aun con las colinas rebosantes de ranchos, se puede recordar lo que fue Caracas hace 500 años. Un gran valle lleno de cientos de lomas verdes. Los tatarabuelos a caballo yendo de La Floresta hasta El Paraiso a visitar sus tierritas. Ay, qué nostalgia me producen los placeres simples.

Dos gardenias para mí

A pesar de todo lo provocativa que resulta la idea de pasar los despechos cual madre de "Pato Aparato" —sin bañarse, envuelta en una bata azul y comiendo chocolates—, eso de extender las tristezas circunstanciales resulta bastante absurdo luego de un par de buenas pensadas. Escritas; porque el tiempo está cerca. Además, ¿quién puede estar despechado por mucho tiempo en el Trópico? Hace demasiado calor y el sol está brillando los 365 días del año sobre un cielo escandalosamente azul.

La virgen del pan

Luego de los sucesos del 11 de abril del 2002, el aumento de las actividades religiosas en Venezuela no ha pasado desapercibido. Específicamente en El Cafetal, se ha realizado todo tipo de ceremonia cristiana y se ha sacado a pasear a cuanta imagen existe en las múltiples iglesias de la zona.

Las ciruelas de la amargura

Durante una crisis de desempleo, de esas que uno elegantemente llama "between jobs", tropecé con el nombre de un conocido, luego de leerme toda la libreta de teléfonos en busca de alguien a quien pedirle trabajo. El tal Jesús y yo nos habíamos conocido durante mi primera pasantía en cine, que consistió básicamente en pegarle etiquetas a los BetaCams y llevarle café al locutor cada mañana.
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