Biografía de Ernesto Guevara

Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de mayo de 1928 en Rosario, Argentina. Pero toda su vida creyó haber nacido un mes más tarde, en junio, ya que sus padres, Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna ? de la Llosa, habían acomodado la fecha para evitar una situación embarazosa según los usos de la sociedad de ese entonces. Celia se había casado con tres meses de embarazo, y a pesar de que en el futuro su trabajo como guerrillero sería achacado al resentimiento social de las clases más bajas, la familia del Che tenía raíces aristocráticas.

Ernesto Guevara padre era descendiente de una de las familias más ricas que ha existido en Argentina, que curiosamente había hecho su fortuna durante la fiebre del oro de California. Celia era una mujer excéntrica, descendiente del último virrey del Perú, el General José de la Serna e Hinojosa, el mismo al que Antonio José de Sucre venció en Ayacucho poniendo fin a la dominación española en el continente.

Pero para la época del nacimiento del Che todo lo que quedaba de la fortuna eran recuerdos y los nexos sociales atesorados en el tiempo.

Desde niño Guevara sufrió de asma, enfermedad que lo incapacitó de practicar deportes e inclusive de asistir a la escuela, por lo cual su madre tuvo que darle educación primaria en casa. Frecuentemente encerrado en su cuarto, Ernesto sustituyó la actividad física con la lectura y el ajedrez. A los cuatro años ya había aprendido a leer.

La biblioteca familiar de los Guevara-Lynch era el orgullo familiar ya que constaba de varios miles de tomos. Salgari, Verne, Dumas y Victor Hugo, fueron algunas de sus lecturas favoritas en la niñez. Pasando a Cervantes, Tolstoy, Dostoyevsky y Gorky una vez adolescente. Sólo más tarde entraría en contacto con algunos de los autores que realmente harían mella en su personalidad. Neruda, Marx y Engels.

En general era fanático de la poesía, y se consideraba a sí mismo un poeta frustrado. Cuando fue capturado años más tarde en la selva boliviana, junto a su diario, la única otra literatura que tenía era un cuaderno con sus poemas favoritos. La música, sin embargo era otra cosa, y aunque la apreciaba, nunca gustó mucho de ella. De hecho, jamás aprendió a bailar.

En 1948 entró en la facultad de medicina de la universidad de Buenos Aires, donde se gradúa en 1953 tras tres accidentados años de estudio. Y aunque en su casa eran opositores al gobierno peronista, y su madre participa abiertamente en la oposición, Ernesto no realiza activismo de ningún tipo durante la escuela. Por el contrario, se dedica a estudiar y a llevar a cabo dos viajes por América que sin saberlo terminarían moldeando su personalidad y decidiendo su destino.

En Buenos Aires, quienes lo conocieron, le recuerdan como abstraído, radical y apasionado. De ideas más bien incoherentes y objetivos románticos, como graduarse de médico para ayudar a los pobres y a los enfermos.

En Buenos Aires, quienes lo conocieron, le recuerdan como abstraído, radical y apasionado. De ideas más bien incoherentes y objetivos románticos, como graduarse de médico para ayudar a los pobres y a los enfermos.

En enero de 1950, instalándole un motor a su bicicleta viaja a través de Argentina y llega a San Francisco del Chañar, población cercana a Córdoba, donde su amigo Alberto Granados manejaba el dispensario de un leprosario. Trabajando con él observa, sin buscarlo, la situación de los enfermos, y de regreso a la universidad se dedica a la investigación de curas para el asma y la lepra. Gracias a su clase social, había crecido alejado de la realidad argentina, cuya economía era sostenida por una inmensa masa indigente. «Argentina es una gran farsa» escribió tras su viaje. Una gran fachada lujosa detrás de la cual se esconde un alma corrupta y enferma. Ernesto tenía entonces 22 años.

En octubre de 1951, empieza a planear un viaje más ambicioso por América Latina, esta vez junto a Granados, y en un segundo viaje tras terminar la universidad llegaría a México y finalmente en Cuba.

En enero del siguiente año al mando de una vieja motocicleta Norton a la que había bautizado «La Poderosa», parte junto a Granados rumbo a Chile con poco más que lo necesario para sobrevivir una semana.

«Alberto se quejaba de haber tenido que renunciar a su trabajo en la colonia de leprosos en San Francisco del Chañar, y de lo mal que le pagaban ahora en el Hospital Español. Yo también tuve que renunciar a mi trabajo, pero a diferencia de él, estaba feliz de irme. Yo también estaba agitado…Estaba harto de la escuela de medicina, hospitales y exámenes». Escribiría a su regreso.

Al regresar, sus notas de viaje, que más tarde serían publicadas bajo el título «Mi primer Viaje», revelarían el profundo cambio que había sufrido tras presenciar en primera persona la situación social y económica de Latinoamérica. Y en el prologo Guevara confiesa como advertencia: «El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. La persona que las ordena y pule, ya no soy yo, por lo menos no soy el mismo yo que una vez fui. Ese vagar sin rumbo por nuestra «Mayúscula América» me ha cambiado más de lo que creí».

Guevara y Granados llegaron a Chile en febrero de 1952, en una de las épocas más oscuras de su historia del periodo pre-Pinochet. Al presenciar la situación que vivían los mineros de Chuquicamata, anota en su libro de viaje: «El esfuerzo más importante que necesita hacerse es el de deshacerse del incomodo «amigo yanqui»…» Más tarde, al ser testigo de la preparación de una huelga que sería neutralizada violentamente por el gobierno concluye: «»…gringos imbéciles, pierden millones de pesos al día en una huelga tan solo para negarle unos pocos centavos más a los pobres trabajadores».

De Chile pasaron a Perú, donde trabajaron en un leprosario, y de allí viajan a Colombia, donde fueron arrestados y liberados bajo la condición que abandonaran el país inmediatamente. Sin pensarlo dos veces cruzan por Cúcuta a Venezuela y el 17 de julio llegan a Caracas. Granados, enamorado de una venezolana con la que después se casaría, decide abandonar a Guevara y quedarse en Venezuela. Ernesto en cambio vuelve a Buenos Aires en un vuelo de carga vía Miami que gracias a un desperfecto mecánico, lo dejaría varado en los Estados Unidos por un mes y sin un centavo en el bolsillo.

Mientras trabaja de mesonero y lava platos para sobrevivir, el FBI abre un expediente del joven argentino que viajaba por Latinoamérica y que en Chile, Bolivia y Perú se había reunido con miembros de partidos de izquierda. Como nombre anotan: Ernesto Guevara de La Serna. Y al lado, entre comillas le añaden una nota: AKA (also known as) «che».

Durante este mes en visitado en varias ocasiones por hombres de negro queriendo hacer algunas preguntas. En una ocasión es arrestado. ¿De dónde era? ¿Qué hacía en los Estados Unidos? ¿Tú o algunos de tus familiares es comunista? eran una fija en todas los interrogatorios. Finalmente el Che regresa a la Argentina aterrizando en Buenos Aires el 31 de agosto para alivio de sus familiares.

Guevara terminó la carrera de medicina a principios de 1953, con una especialización en dermatología. E insatisfecho con su experiencia anterior, empezó a hacer planes para un segundo viaje. Esta con vez con otro de sus amigos, Carlos Ferrer a quien llamaba afectuosamente «Calica». En un segundo diario de viaje titulado «Otra vez», deja documentada esta aventura de la cual volvería a Argentina convertido en el Che Guevara.

«Esta vez, el nombre del compañero ha cambiado; ahora Alberto se llama Calica, pero el viaje es el mismo: dos voluntades dispersas que se extienden por América sin saber precisamente lo que buscan o dónde está el norte».

En compañía de Ferrer se embarca en tren desde la Estación Central de Buenos Aires el 7 de julio de 1953. Su destino es La Paz, Bolivia, donde llegaría pocos días después. Como antes, las intenciones no pasaban de la simple aventura, pero como consecuencia de lo que había visto anteriormente el viaje llevaba un sabor distinto. En La Paz, pasa gran parte del tiempo entre cafés y bares, hablando de política con exiliados de toda América, jugando al observador y dividendo su tiempo entre reuniones con activistas políticos y amistades de su familia.

«La Paz es el Shangai de las Américas» escribiría en su diario. «Una rica gama de aventureros de todas las nacionalidades vegetan y pululan en la ciudad policromática y mestiza». Y así deja prueba de por que sus dotes como orador se desarrollaron durante su estadía en la ciudad. Gracias a las conversaciones con hombres de todas las nacionalidades, que entre trago y trago, frecuentemente terminaban en la aurora discutiendo las bondades de todo tipo de ideologías, yendo desde el capitalismo puro hasta el más febril fascismo.

Sobre un exiliado político argentino el Che escribiría, «Sus ideas políticas han estado anticuadas en el mundo hace tiempo, pero las mantiene independientemente del huracán proletario que se ha desatado en nuestra belicosa esfera». A pesar de invocar ideas revolucionarias, pocos días antes el hermano de éste le había enseñado una invitación a la boda del magnate griego Aristóteles Onassis.

Pero Guevara mismo no estaba muy alejado de la confusión ideológica que tenían muchos jóvenes en su círculo de amigos. Al ser testigo de la huelga general de los trabajadores de la minería, Ernesto le escribiría a su padre que los obreros con sus «pétreos rostros y los cascos de plástico rojo parecían ser guerreros provenientes de otros mundos», al mismo tiempo que, según Gobo Nogues, cuyo hermano había sido el invitado de Onassis, cuenta que en Perú, se reunían en el «Country Club» y los restaurantes más caros de la ciudad.

Calica y Guevara pasaron de allí al Ecuador, donde se unieron a otro grupo de argentinos que viajaban por Latinoamérica. El plan original era llegar a Venezuela, donde Granados aún vivía. Pero cuando Gualo García, uno de los argentinos, expresa su intención de llegar a Guatemala para observar el fenómeno político que sucede en ese país, se crea un conflicto entre el Che y Calica, que termina en separación, comenzando el viaje hacia tierras guatemaltecas pasando por Costa Rica, Panamá y Nicaragua.

Y si el Che estaba indignado por la situación social y política y de América del Sur, nada le preparaba para lo que iba a conseguir en Centro América.

En América del Sur, a pesar de que los países eran controlados por las manos invisibles de las empresas que los explotaban, existía una sociedad que mal que bien tenía algún tipo de desarrollo. Existían instituciones, historia y políticos que buenos o malos poco a poco iban definiendo el destino de estos países. Pero Centroamérica era otra cosa. En una de las observaciones más agudas de todo el viaje Guevara escribe en su diario,»… los países no eran auténticas naciones, sino estancias privadas».

En Centroamérica visita las extensas propiedades de la «United Fruit», empresa frutera norteamericana propiedad de los Rockefeller y le escribe a una tía en una carta que «Una vez más pude convencerme de lo criminal que los pulpos capitalistas son. Sobre una foto de nuestro viejo y lastimero compadre Stalin, juré no descansar hasta que estos pulpos capitalistas sean destruidos. En Guatemala quiero perfeccionarme para ser un autentico revolucionario». A su madre, siguiendo la misma línea, le dice premonitoriamente: «Finalmente he alcanzado mi meta…»

Y es que el caso del conglomerado norteamericano era muy particular. El mismo Neruda había escrito un poema llamado La United Fruit, donde irónicamente se burla del comportamiento del conglomerado norteamericano. «La compañía frutera Inc.,» escribió Neruda «Se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América…»

Cuando el Che llega a Guatemala en diciembre de 1953, esta se encontraba en medio de la revolución social con la que el presidente Jacobo Arbenz pretendía reformar la estructura del país. Pero las esperanzas de que Arbenz revolucionara Centroamérica iban a desaparecer muy pronto. En 1952 Arbenz promulgó una reforma agraria que abolía el sistema latifundista, nacionalizando entre otras las propiedades de la United Fruit Company, iniciando un proceso en el que su derrocamiento se convirtió en sólo cuestión de tiempo.

Para mantenerse Guevara había conseguido trabajo en un hospital, donde conoció a una activista peruana de nombre Hilda Gadea, dirigente exiliada del movimiento peruano radical populista, y quien más tarde sería su primera esposa. A través de ella conocería a los principales líderes de los movimientos que se gestaban subterráneamente en Guatemala, incluyendo a algunos exiliados cubanos a quienes el régimen de Arbenz les había ofrecido asilo político por haber participado en el fallido asalto contra los cuarteles militares de Moncada en Cuba. De boca de ellos fue que por primera vez se enteró de la lucha que se desarrollaba contra el régimen cubano de Batista.

En la mañana de junio de 1954, aviones de la CIA lanzaron panfletos sobre Ciudad de Guatemala advirtiendo que si Arbenz no renunciaba inmediatamente, se iniciarían bombardeos sobre todo el país. Al mismo tiempo, desde estaciones radiales instaladas por los norteamericanos en todo el país empezaron a transmitirse noticias de una inminente invasión por parte de fuerzas rebeldes en contra del gobierno comunista. En la tarde ataques aéreos sobre cuarteles y el palacio presidencial empezaron a crear el caos en la población. Tras una semana de sitio, con la espalda contra la pared, Arbenz trató lo último que podía hacer, que era llamar al pueblo para que pelearan por el gobierno.

Varios ciudadanos se habían dado a la tarea de organizar la rebelión popular y sólo esperaban recibir apoyo armado para actuar. Uno de ellos era Ernesto Guevara. A su madre le había escrito poco después del inicio de hostilidades: «Estos ataques, junto con las mentiras de la prensa internacional, han despertado a los indiferentes. Un clima combativo predomina aquí. Me he ofrecido como voluntario para los servicios de ayuda medica y me he registrado en la brigada juvenil para recibir instrucción militar e ir a la lucha en caso de que sea necesario».

Pero Guevara era un inexperto, sin el conocimiento ni los contactos para organizar una fuerza rebelde. Además, el intento de Arbenz perecería cuando la entrega de armas fue saboteada por los golpistas. Allí Arbenz supo que tenía que rendirse, y ante la sorpresa internacional se exilió en México dejando el gobierno en manos de un gobierno títere a cargo del General Castillo Armas, quien casi inmediatamente inicio una caza de brujas que terminaría con las muertes de decenas de miles de guatemaltecos.

Guevara recibiría una lección en imperialismo en lo que sucedería en mes siguiente a la huida de Arbenz. Inmediatamente después de su toma de posesión, empezó el arresto y tortura de miles bajo la sospecha de ser comunistas. En agosto se pasó una ley según la cual podía declararse a cualquiera de serlo sin derecho a apelación. Los así declarados eran condenados a seis meses de cárcel, y una vez en la calle, no podían poseer un radio ni ejercer cargos públicos. En los siguientes 4 meses 72,000 personas estaban en la lista.

Las discusiones sobre la reforma agraria simplemente fueron detenidas, y todas las expropiaciones de tierra declaradas invalidas. United Fruit Company no sólo recibió su tierra de regreso, sino que se prohibieron los sindicatos de trabajadores en sus plantas. Y para hacer las cosas peor, los siete empleados que habían actuado activamente en la organización de estos movimientos fueron desaparecidos.

Como corolario, los analfabetos fueron prohibidos de votar en cualquier elección, fueron prohibidos los partidos políticos, los sindicatos y se cerraron todos los periódicos opositores. Y en un acto de completa soberbia y absurdo se quemaron los libros en las librerías públicas que fueran de carácter subversivo: Los Miserables de Víctor Hugo, todas las novelas de Dostoyevsky y los trabajos del nativo y ganador del premio Nóbel Miguel Ángel Asturias, un crítico mordaz de la United Fruit.

Todos estos acontecimientos fueron de un gran impacto para el Che, quien tuvo que vivir no solo la tensión del golpe de estado en si, sino además atender las víctimas en el hospital. Sin intenciones de dejar el país al principio, cuando su nombre apareció junto al de Hilda en las listas de comunistas inmediatamente se asiló en la embajada argentina, sirviendo de intermediario para que los lideres políticos, ahora en la clandestinidad también obtuvieran albergue. Hilda más tarde escribiría de la experiencia en Guatemala:

«Hasta ese punto, siempre dijo que él sólo era un observador, criticando desde el punto de vista teórico el panorama de nuestra América. Pero a partir de entonces se convenció de que la lucha contra el sistema oligarca y el principal enemigo, el imperialismo yanqui, debía ser uno armado, y con el apoyo del pueblo…»

Por sus acciones, el Che es señalado en las listas del gobierno como un peligroso comunista argentino, y es ordenado salir del país. Pero en vez de irse a la argentina con el avión enviado por el gobierno de Perón a recoger a los asilados, decide irse a México por sus propios medios.

En México, Guevara se gana la vida como fotógrafo ambulante, reportero gráfico y más tarde como médico en la sala de alergias del Hospital General de la capital mexicana. Pero en junio de 1955 conoce a Raúl Castro y empieza a participar en las reuniones de los exiliados cubanos. Por medio de ellos se entera de quien es el líder del grupo rebelde. El hermano de Raúl, un abogado preso en La Habana llamado Fidel Castro.

En las reuniones sigue de cerca los acontecimientos en la isla, especialmente todo lo referente a una posible amnistía y la posibilidad de que los detenidos que participaron en el asalto al Moncada sean liberados. Cosa que finalmente sucede el 15 de mayo de 1955. Poco después conocería al Che, y según sus propias palabras «Esa misma noche, cerca de la mañana, me convertí en uno de los futuros participantes de la expedición con el Granma».

Pero mientras hacían los preparativos para el desembarco en Cuba, incluyendo el entrenamiento militar y la recolección de fondos, llaman la atención del gobierno mexicano y el 24 de junio son arrestados. Periódicos de todo el mundo publican el cable noticioso de UPI que revela la importancia que el Che había adquirido en poco tiempo dentro del círculo rebelde: «El doctor Argentino Guevara será deportado a su tierra natal, porque se presume su participación en al fallida conspiración contra el gobierno cubano de Fulgencio Batista». El exilio no llega a concretarse, y una vez libre parte a bordo del Granma con otros 80 hombres la noche del 25 de noviembre de 1955.

Como era una noche tormentosa, la prensa internacional reporta que «Fidel Castro, Ernesto Guevara, Raúl Castro y todos los otros miembros de la expedición han fallecido…» Esto sería el comienzo de una campana publicitaria que los aniquilaría varias veces en los siguientes tres años con la intención de desmoralizar a sus seguidores. En realidad habían tocado tierra el 2 de diciembre, donde los esperaban las tropas de Batista. El combate fue mortal. De 80 fueron reducidos a 12, incluyendo a Guevara, Castro y Camilo Cienfuegos. Para evitar la aniquilación total deciden separarse y se retiran a las montanas de Sierra Maestra desde donde inician la guerra de guerrillas en contra del gobierno.

El 5 de diciembre el Che es emboscado y casi muerto. Bromeando le escribiría a su padre que sólo le quedaban 6 vidas. «Fui herido en el cuello, sobreviví sólo gracias a mi suerte de gato». Aquí sucede la ya mítica historia sobre su decisión entre el ser médico o ser soldado. Para poder escapar tuvo que elegir entre su equipo o las armas, no podía cargar con ambos. Al terminar la revolución le volvería a escribir a su familia tras una pausa de dos años. Sólo le quedaban 5.

A pesar de que como guerrillero apenas era un novato, y su salud no hacía sino empeorar las cosas, Guevara inmediatamente se destacó como soldado. Llevando a cabo las órdenes de sus superiores con efectividad y demostrando ser un energético e implacable líder. Al que no le temblaba el pulso para enfrentar el enemigo o fusilar a los desertores. Pocos meses después de su llegada a Cuba sería informalmente ascendido al rango de Comandante.

Habiendo tenido desde joven una obvia debilidad por la adrenalina, y una misión constante de vencer su enfermedad una y otra vez, Guevara consiguió en la guerra el lugar perfecto para su personalidad aventurera. Cosa que Castro supo muy bien apreciar cuando lo conoció en México. Guevara era inteligente, honesto y leal. Además, tenía la presencia para ser un líder substituto. Por otro lado era intransigente y radical. Un candidato perfecto para seguir ordenes y cubrir espacios. Estas características fueron las que lo convirtieron, a pesar de la humanidad que reflejaba en su correspondencia, en un soldado inflexible, y en el principal ejecutor de la pena de muerte en la isla. Esto no debe haber sido fácil. Como no debe haber sido fácil ser el primero y dar el ejemplo cuando el asma se empeñaba en asfixiarle con su mano invisible.

Sin embargo su imagen de miliciano frío y asesino siempre sería mal juzgada. En la prensa internacional, el movimiento revolucionario siempre fue minimizado en importancia. Tachando de perdida la causa de los rebeldes y frecuentemente describiendo los detalles de la guerra de forma unilateral. Pero dentro de Cuba, las cosas eran completamente distintas, y lo que sucedía no era tanto una revolución como una guerra, donde dos partes se jugaban el todo por el todo en los campos de batalla. Cuba tampoco fue una victoria fácil como se ha pretendido hacer ver en muchos casos. Batista, aunque ya debilitado por sus mismos excesos, fue un enemigo sanguinario que no lo pensó dos veces antes de recurrir a cualquier extremo con tal de acabar con los insurgentes. De hecho su mayor error fue haber liberado a quienes atacaron el Cuartel Moncada, haber sido débil una vez. Castro por su lado no respondió con flores, y el odio que nacería de este enfrentamiento jugaría un papel fundamental en el rol de Guevara en la reconstrucción de la isla. Incluyendo, la eliminación de ex-miembros de los grupos anti-comunistas gubernamentales y otros organismos de seguridad. Pero otra vez, ¿qué destino hubiesen sufrido los insurgentes si Batista los hubiese vencido?

«Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente»; escribiría el Che «éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría, y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo».

Y aunque los músculos no le temblaron para llevar a cabo las ejecuciones de sus enemigos, Guevara era mucho más humano de lo que lo pintaban. Donde Castro era un estadista y por lo tanto más calculador, Guevara era un intelectual y más apasionado. Ambos eran humanistas, pero Fidel era mucho más realista. Cuando el Che le propone la idea de exportar la revolución, Castro retrocede y piensa. El Che actúa. Cuando llega la hora de decidir que hacer con los opositores y los que conspiran en contra del régimen recién establecido, Castro supo a quien asignarle la misión.

En los siguientes 3 años, el movimiento ganaría el apoyo popular y crecería hasta tener unos 800 hombres. El 24 de mayo de 1958, un Batista ya de rodillas, compromete 17 batallones del ejército a la eliminación de la guerrilla. Pero ya era muy tarde. A pesar de encontrarse en desventaja, las fuerzas rebeldes producen una serie de triunfos impresionantes que ocasionan una deserción masiva de oficiales del gobierno. A finales de ese año, con las fuerzas rebeldes ya en los alrededores de La Habana, Batista empieza a recoger las maletas y en año nuevo abandona el país.

La revolución cubana fue el acontecimiento más importante del año 1958, y esto convirtió a Ernesto una figura pública internacional por ser el segundo al cargo. Para acomodar su condición de extranjero, toma la nacionalidad cubana el 9 de febrero de 1959, haciendo uso de una ley prácticamente diseñada para él, la cual le permite aceptar cargos públicos sin discriminación.

La experiencia en la guerrilla, sin embargo, iba a ser nada comparada con la lucha que enfrentaría en la etapa post-revolución. Tanto interna como internacionalmente. Cuando el ideal común llegó a su fin con la caída de Batista, este se dividió en cientos de individualidades, cada una tratando de imponer su visión de la nueva Cuba. Una de estas visiones iba ser la del Che. Y su contendor más importante era el hombre que lo había convertido en el héroe mundial revolucionario. Fidel Castro.

Entre 1959 y 1965, Ernesto Guevara ocupa distintas posiciones en el gobierno cubano. Incluyendo Presidente del Banco Central y Ministro de Industria. Los billetes expedidos durante su corta estadía en el banco son objetos de colección al estar firmados por su seudónimo: Che. Aunque su mayor y mejor rol fue el de embajador cubano en los compromisos diplomáticos de la nación, frente a la ONU, la OEA y toda una serie de asambleas y conferencias a las que asistió mientras permaneció en el gobierno.

Siendo más radical que sus compañeros de revolución, Guevara fue el autor y promotor de las políticas que eventualmente deterioraron la política externa y la economía cubana. No tanto por ellas mismas, sino por la velocidad con que pretendía instaurarlas.

Castro, que diplomática y conveniente había mantenido oculta la influencia comunista en la revolución, halló en el Che la resistencia que le obligaría abrirse públicamente, y a acelerar el proceso de nacionalización de los intereses económicos norteamericanos en la isla, y a aumentar los nexos comerciales con el bloque comunista que ocasionarían el bloqueo comercial en 1960 por parte de los Estados Unidos. A esto el Che se dedicó a resolverlo buscando exitosamente aliados comerciales en otras partes del mundo. Pero la crisis de octubre, en la cual Estados Unidos descubrió la intención de instalar bases nucleares soviéticas en cuba, llevo inevitablemente a que los EE.UU. cortaran todas relaciones diplomáticas con Cuba, el intento de invasión en Bahía de Cochinos y a innumerables intentos de asesinato por parte de la CIA.

Desde su punto de vista, Guevara pensaba que haciendo un ejemplo de Cuba mediante la industrialización súbita y la consecuente independencia económica, serviría como ejemplo para la futura exportación del proceso a otras naciones. Pero mientras él pensaba en la internacionalización de la revolución, el gobierno cubano se preocupaba más por la solución de los problemas internos de la revolución, que al final Castro encontró en su alianza con los soviéticos.

Esta situación determinó la caída de Guevara dentro del gobierno, especialmente cuando expresó su desilusión de lo que consideraba una movida imperialista por parte de los soviéticos, y a quienes empezó a ver como una influencia tan negativa como la norteamericana. A diferencia de Castro, Guevara abogaba por un socialismo industrial más al estilo chino que soviético.

Los soviéticos, que estaban al tanto de esto, se comunicaron con Castro al ver con preocupación la influencia de Guevara. No tanto por su posición anti-soviética, sino por los riesgos que suponía la exportación de la guerrilla. Esto sólo lleva a Guevara a abogar con más fuerza por una revolución tipo guerrilla en África, Asia y Latinoamérica. Y de estos tres escenarios le llama particularmente la atención la situación en el Congo, donde Lumumba había sido asesinado por el gobierno belga con la aprobación tacita de la ONU. En 1965, viaja a Brazzaville en una gira oficial por África y cuando vuelve a Cuba convoca a una conferencia secreta con cien camaradas que tienen una larga experiencia en batalla. Ellos serán los futuros participantes de la misión internacional al Congo.

Con una Cuba ya en pleno proceso de reconstrucción nacional, a su regreso Guevara consigue que sea visto como una piedra de tranca para los intereses nacionales. Y advirtiendo que su presencia en Cuba ya no era especialmente necesaria, el 31 de marzo le escribe una carta de despedida a Fidel Castro donde renuncia a la ciudadanía cubana y deja claras sus intenciones de regresar a lucha armada.

Debido a sus desavenencias con Castro, su desaparición es fuente de rumores por un tiempo, y en la prensa norteamericana se especula sobre su fusilamiento por diferir ideológicamente con Fidel. En el bloque comunista, en cambio, las historias giran en torno a un fusilamiento por que más bien tenía tendencias pro-occidentales debido a su alineamiento con China.

Pero los rumores llegan a su fin cuando el 3 de octubre de 1965, Fidel Castro lee la carta, que el Che nunca tuvo la intención de hacer pública, al pueblo cubano, dejando en claro la renuncia de sus cargos gubernamentales. El motivo principal era hacer creer que lo que el Che estaba haciendo no era responsabilidad de La Habana. Pero en realidad Cuba apoyaba logísticamente la aventura del Che, a pesar de las críticas de Moscú, que consideraba que la acción guerrillera dañaba la causa comunista por dar apoyo a movimientos anti-gubernamentales que aunque se hacían llamar socialistas, en realidad estaban en disputas con los verdaderos líderes comunistas. Castro, entre la espalda y la pared, respondió que Cuba apoyaría el derecho de todas las naciones latinoamericanas de contribuir a la liberación de sus países.

En la carta, Guevara le dice a Castro: «Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío».

En realidad el Che se había ido al Congo y había llegado el 24 de marzo para empezar la creación de una guerrilla dedicada al derrocamiento del actual gobierno títere del gobierno belga, que era el autor intelectual del magnicidio de Lumumba. Pero la aventura fracasa, y tras 7 meses y unos 50 enfrentamientos decide retirarse, reapareciendo en la Habana en 1966 donde empieza a preparar una misión similar en Bolivia.

En esta época el Che se vuelve el foco de las agencias de inteligencia de todo el mundo, y para neutralizar su seguimiento, viaja a través de Moscú, Praga y Viena, y finalmente desde Brasil, llega a La Paz el 3 de noviembre 1966 bajo el nombre de Adolfo Mena González y con un pasaporte uruguayo.

Pero igual que en el Congo, las cosas salen mal y empiezan a ir peor cuando Bolivia busca la ayuda de la CIA para deshacerse del guerrillero. Poco a poco, los organismos de seguridad cierran el territorio sobre el que opera su grupo insurgente, aislándolos completamente en poco tiempo.

En Bolivia, Guevara es víctima de su error táctico sobre la exportación de la revolución. Su idea era que para hacer una revolución, no se necesitaba que las condiciones estuvieran dadas. Que actuando en guerrilla podían debilitar y eventualmente ganar el favor del pueblo en la causa. Pero Bolivia no era Cuba. A diferencia de lo que él creía, en Cuba las condiciones si estaban dadas para iniciar una revolución y el pueblo estaba preparado para aceptarla.

Según la CIA, el Che había elegido Bolivia para iniciar su revolución latinoamericana porque en primer lugar era de baja prioridad para los Estados Unidos en comparación con los países del Caribe. Segundo, por que la pobreza y condiciones sociales del país lo hacían susceptible de la ideología revolucionaria. Y por último, Bolivia tenía fronteras con cinco países, lo cual hacía fácil la expansión de la revolución si las guerrillas triunfaban.

De esta manera Guevara inicia sus actividades, dando golpes al ejército boliviano, que constaba de unos 10.000 hombres, mediante emboscadas que entre marzo y agosto de 1967 toman la vida de unos 30 soldados. En comparación, la guerrilla de Guevara solamente perdió a un hombre en el mismo periodo de tiempo. Pero por más que lo intentó nunca logró el apoyo popular y los campesinos en vez de ayudarlos se dedicaron a denunciarlos, a veces confundiéndolos con traficantes de drogas. Por su parte el ejército boliviano, operando con personal armado y entrenado por los Estados Unidos, les dio cacería lanzando bombardeos y tendiendo emboscadas hasta que finalmente, el 8 de octubre de 1967 el Che y dos camaradas caen en sus manos tras un intercambio de fuego donde su grupo es finalmente exterminado.

Las historias sobre su captura son varias y siempre diferentes. Y una vez capturado, la decisión sobre que hacer con él se dividía entre o llevarlo a juicio o dar una lección al movimiento revolucionario con la vida del Che.

Los Estados Unidos por primera se dieron cuenta de que el Che no estaba muerto como se rumoraba a comienzos de 1967. Y tras reunir material de inteligencia para soportar una misión, pusieron a cargo de la misma a un agente anti-castrista de la CIA llamado Félix Rodríguez, quien operaría bajo el nombre Félix Ramos. Su objetivo era asistir a los bolivianos en la captura de Guevara. Rodríguez estaría bajo la supervisión de la oficina local de la CIA en la Paz.

Ya en abril de ese año, el comandante de las fuerzas armadas bolivianas había creado, a petición de la agregaduría militar norteamericana, el Segundo Batallón de Cazadores con el objetivo de capturar al Che Guevara. El batallón fue entrenado por un equipo de dieciséis boinas verdes traídos de Panamá para crear una fuerza capaz de enfrentar un ejército no convencional. Apenas cuatro meses después, el 31 de agosto, este equipo obtendría su primera victoria en la lucha contra el Che.

El 15 de septiembre la fuerza aérea boliviana lanzó volantes sobre los pueblos cercanos a donde operaba Guevara, ofreciendo $4.200 dólares por la captura del guerrillero. Esto lo obliga a alejarse de las zonas pobladas, ocasionando que los suministros se hagan más escasos con cada día que pasa. Incluyendo su dosis de medicinas contra el asma, cuya falta empieza a resentirlo inmediatamente. Para empeorar las cosas el 18 de septiembre, quince miembros del grupo logístico es capturado, dejándolos, prácticamente, incomunicados.

Un par de días más tarde el grupo llega a la población de Alto Seco, y pretenden indoctrinar a la población al tanto que adquieren suministros. Pero cuando se dan cuenta de que los lideres comunales han partido a informar de su presencia, abandonan el pueblo sin siquiera pagar por la comida. Ese mismo día, el Ministro de exterior boliviano aparecería frente a la OEA para dar prueba de que el Che Guevara estaba operando en Bolivia. Sus pruebas fueron documentos capturados y cotejados con expertos en caligrafía y dactilografía. Su discurso, inflamatorio y populista, trata de ocultar los verdaderos problemas que hicieron de Bolivia un terreno fértil para Guevara, pero igual consigue el apoyo de la opinión pública boliviana, apelando al nacionalismo con las palabras finales de su discurso. «No vamos a dejar que nadie se robe nuestro país. ¡Nadie, nunca!»

Haciendo un análisis del área, Félix Rodríguez concluyó que Guevara debía estar operando en los alrededores de Villagrande, y enfocó los esfuerzos del batallón en esta área. Guevara mientras tanto apenas logró alejarse de Alto Seco, y ya el 22 de septiembre todos menos uno de los reclutas locales había desertado. La situación era bien difícil y engañosa. Hasta agosto, fecha en la que había entrado en juego el equipo entrenado por la CIA, el Che había pegado duro y había pegado bien. En un momento en que la guerra fría estaba en su punto álgido, el gobierno de Bolivia estaba siendo sacudido por la presencia del guerrillero que prometía tomar el gobierno. Aunque Guevara no había tenido suerte, se pensaba que si podía hacerlo.

Uno de los mitos que se creo en ese entonces, muy posiblemente propaganda soviética o americana según la intención que se le vea, era el que la guerrilla estaba formada por 100, por mil hombres. A veces cubanos, a veces argentinos, muchas veces vietnamitas que venían a darse el todo por el todo. En realidad el gobierno de los Estados Unidos o de Bolivia no estuvo seguro de que el Che en realidad estaba operando en Bolivia hasta mayo de 1967, cuando las pruebas de su presencia se hicieron evidentes.

El gobierno boliviano, para contraatacar la incertidumbre causada por el tamaño de su fuerza y la serie de victorias que había logrado al principio, empezó a reportar exageraciones en la prensa que al final lo que hicieron fue minar la moral de las tropas bolivianas que se creían incapacitadas de vencer a alguien que acababa de tumbar al gobierno de Batista, quien también contaba con apoyo de los americanos.

Así, cuando las tropas de Che atacaban y mataban dos soldados, el gobierno de la Paz inmediatamente reportaba que habían matado dos bolivianos, pero nosotros les matamos cinco. (Leer El Diario del Che en Bolivia para más detalles sobre los días en Bolivia).

En realidad todo esto era una fantasía. Y aun con todo el ánimo del Che, la desintegración del equipo era algo que estaba fuera de control. Además, el Che ya no tenía 20 años, y aunque aún joven, los ataques de asma empezaron a mermar su salud más de lo que habían hecho con anterioridad.

Enfermos, hambrientos y cada día peor armados, el grupo guerrillero llegó al pueblo de la Higuera el 26 de septiembre de 1967. La villa, aunque a primera vista normal, pronto reveló un detalle extraño y definitivamente peligroso. No había hombres. Al indagar entre las locales estas dijeron que los hombres se habían ido a una fiesta en un pueblo cercano, pero los guerrilleros no se la comieron. Y a eso de la de la una sus dudas se confirmaron como bien fundadas. Los bolivianos comenzaron a atacarlos.

Guevara, que en principio pensó ir en busca de los hombres del pueblo, pronto ordenó atrincherarse para defenderse. Pero la fuerza boliviana era superior e inmediatamente tres guerrilleros fueron muertos, obligando a Guevara a tocar la retirada por la retaguardia vía Río Grande. El Che describiría este encuentro en su diario como una gran derrota. En La Paz, el presidente boliviano Rene Barrientos lo explotaría como todo lo contrario, pero el día no había terminado aún.

Buscando filtrar la salida de guerrilleros las tropas bolivianas fueron dispuestas por Rodríguez en las salidas del pueblo y durante una de las misiones de observación capturan a uno de los rebeldes, a quien el Che llama «Gamba». Gamba enfermo, perdido, casi desnudo y definitivamente débil en cualquier aspecto, no era el mejor ejemplo de un enemigo temible. Lo cual levantó la moral boliviana que hasta ese momento veía las guerrillas del Che con ojos de lobo feroz.

Rodríguez, no dejándose llevar por emoción, ordenó el envió del resto del segundo batallón a Vallegrande, unos 650 hombres que todavía estaban en entrenamiento. Y su jugada probó ser acertada. Al día siguiente en una emboscada en Valle Serrano acorralaron a Guevara en un cañón al sur del Río Grande.

Una semana más tarde el Che escribiría la última página de su diario. Habían pasado 11 meses desde el comienzo de su guerrilla.

A las 12.30 del 7 de octubre, «una vieja pastoreando sus chivas entró en el cañón en que habíamos acampado y hubo que apresarla…se le dieron 50 pesos con el encargo de que no fuera a hablar ni una palabra, pero con pocas esperanzas de que cumpla a pesar de sus promesas». Y Guevara estaba en lo cierto.

Por información de una campesina el ejército se enteró de la presencia de guerrilleros cerca de una zona llamada quebrada del Yuro. Y al acercarse a investigar se consiguen con un grupo de quince guerrilleros con los que inmediatamente intercambian fuego.

El grupo boliviano era el recién llegado del campo de entrenamiento y cerca del mediodía matan a dos cubanos y hieren a Guevara en la pierna. Simón Cuba Sarabia (Willy), segundo del Che, toma el mando del pelotón mientras Guevara cojea a sus espaldas, pero al tratar de escapar son rodeados por el ejército quienes les disparan a discreción. La lluvia de balas es concentrada en Sarabia, al saberlo al mando mientras Guevara, sentado a su lado trata de devolver el ataque pero herido en el brazo y otra vez en las piernas, se hecha a tierra y se rinde. La batalla termina a las 3 y 30 de la tarde.

Willy, en algunos recuentos es muerto en el ataque. En otros es mal herido y camina esposado detrás de los soldados que montan al Che en una camilla y proceden a trasladarlo a la base más cercana en el pueblo de la Higuera. Alrededor de las 4 de la tarde un mensaje en clave es enviado a Vallegrande. «Hola Saturno, ¡Tenemos a Papá!, Saturno es el coronel boliviano Joaquín Zenteno. Papá era el nombre código del Che. Con la noticia, la base en Vallegrande explota en celebración. Félix Rodríguez por su parte, recibe otro mensaje por radio: «Papá está cansado» El Che ha sido capturado.

Tras cargarlo por siete kilómetros los soldados llegan a la Higuera con al Che poco antes de anochecer. En este tiempo el gobierno boliviano envía un cable a las agencias noticiosas que aparecería en el New York Times al día siguiente, indicando que el Che Guevara había muerto en combate. Ese día Guevara es encerrado en la escuela de La Higuera, donde pronto otros cinco guerrilleros serían traídos tras ser capturados en las cercanías.

Walt Rostow, consejero del presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johnson, le envía el primer memorando sobre la captura del Che. Recordándole que la unidad que lo capturó fue la misma que «habíamos estado entrenando».

Al día siguiente, alrededor de las 6 de mañana, llegan Rodríguez y Zenteno a La Higuera. El primero trae consigo una cámara y un radio. Como el Che, Rodríguez toma nota de todo lo que observa y cuando entra a la escuela se sorprende por lo que ve. El hombre al que tanto temían, al que habían dedicado miles de hombres y millones de dólares para su captura, el Che Guevara, estaba tendido en el piso de tierra, sucio, con los pies atados y las manos esposadas en la espalda. El uniforme desagarrado y con apenas un par de pedazos de cuero como zapatos. «Como un pedazo de basura». declararía más tarde.

Rodríguez inmediatamente confirma la noticia a la sede de la CIA y procede a fotografiar su diario y todos los demás documentos capturados. Después se sienta con el Che, conversan un rato y se toma fotos con él. Al salir del salón de clase Félix Rodríguez es abordado inmediatamente con la disyuntiva de que hacer con Guevara.

Las discusiones se llevan a cabo en la Paz, entre la presidencia y las fuerzas armadas. La posibilidad de enjuiciarlo es descartada, alegando que un juicio llamaría la atención sobre el guerrillero, pudiendo generar propaganda positiva para el Che y la causa cubana. Por lo que deciden que debe ser ejecutado inmediatamente y mantener la historia de su muerte en batalla. Esa mañana, un mensaje es enviado a Félix Rodríguez en Vallegrande desde el Comando Superior del Ejército. La orden es llevar a cabo la Operación Quinientos y Operación Seiscientos. Quinientos era otro nombre código del Che. Seiscientos era la orden de matarlo.

Rodríguez pasó la orden al Coronel Centeno, informándole que el gobierno de los Estados Unidos le ordenó mantener vivo al Che «a toda costa». De hecho ya había aviones enviados desde Panamá en territorio boliviano para llevarse al Che fuera del país. Pero Zenteno le responde que el debe obedecer sus propias ordenes y que piensa seguirlas haciendo que Rodríguez, quizás por su sentimiento anti-castrista, se hiciera a un lado y según sus propias palabra; «dejara que la historia siguiera su curso».

En interrogatorios posteriores Rodríguez confiesa su intención de hacer cumplir la orden de Washington, pero cuando se da cuenta de que los residentes del pueblo empiezan a hacer preguntas sobre las noticias radiales informando de la muerte del Che, cuando algunos ya habían estado en contacto con el guerrillero, decide rendirse a los bolivianos y darle las noticias personalmente Guevara, entrando a la habitación y contándole de las ordenes llegadas de La Paz.

El Che, militar profesional entiende la situación y le responde que es mejor así, «que nunca debieron haberme agarrado con vida». Le da un mensaje a Rodríguez para su esposa, otra para Fidel Castro, y antes de salir Rodríguez lo abraza y sale a hacer los preparativos. Un tal teniente Pérez entra en la habitación y le pregunta si hay algo que desee antes morir. El Che le responde que quisiera morir con el estomago lleno. Pérez entonces le pregunta si es un «materialista». Guevara lo piensa por un segundo antes de responder y al hacerlo, viéndolo a la cara le dice, tal vez. Y dígale al soldado que apunte bien, añade.

Afuera a la tropa se le da a elegir entre pajitas, y el que saca la más corta es el sargento Jaime Terán. Terán entra a la habitación con la orden de no dispararle a la cara para mantener la historia de su muerte en combate y poder identificarlo más tarde. Y allí consigue al Che arrimado contra la pared, con las manos y los pies atados. La sangre rodándole desde las heridas.

Terán le ordena que se siente y el Che se niega mientras hace esfuerzos para pararse sin ayuda de la pared. Terán le vuelve a ordenar que se siente y el Che le grita que el sabe muy bien a que ha venido y que ya está listo. Terán corre fuera del cuarto asustado pero lo detiene el coronel Zenteno que lo vuelve a meter en la habitación.

Mientras Guevara está solo oye pasos entrando en la habitación contigua, donde tienen a los demás guerrilleros, y segundos más tarde la ráfaga de disparos con los que lo ejecutan.

Guevara, viendo lo asustado que estaba el muchacho le ordena que dispare. Terán le dice que se siente otra vez y el Che le responde que no, «creo que me mantendré de pie para esto» «Entienda que lo que va a matar es un hombre».

Terán entonces dispara su carabina M2 sin ver, y le da en las piernas y en el abdomen. Produciéndole la muerte por asfixia cuando los pulmones se le llenan de sangre. Félix Rodríguez entra en la habitación y ordena montar al Che en el mueble que ocupa el centro de la habitación para fotografiarlo. Antes de hacerlo anota la fecha de la muerte: la 1 y 10 de la tarde.

Tras hacer esto Rodríguez vuelve a La Paz y de allí a los Estados Unidos, donde la noticia de la muerte del Che aún estaba en duda. Ese día Rostow le informa a Johnson que Guevara puede estar entre las víctimas del enfrentamiento del 8 de septiembre. Mientras, en La Paz, el General Ovando anuncia que el Che murió ese día a la 1:30 PM, contradiciendo lo que anteriormente había dicho Zenteno, y obligando a este último a cambiar su historia.

El 11, el presidente Johnson recibe un memorando de Walt Rostow, diciendo que estaba 99% seguro de la muerte de Guevara. Y al día siguiente, cuando el hermano del Che, Roberto Guevara, llega a la Paz a buscarlo le dicen que el mismo fue cremado y sus cenizas esparcidas en Vallegrande.

El 13 de octubre, Rostow finalmente le escribe a Johnson que ha recibido información «que elimina cualquier duda de que el Che Guevara ha muerto». Al día siguiente tres oficiales de la policía argentina llegan a La Paz a pedido del gobierno boliviano para ayudar a identificar el cuerpo. En la sede del Ministerio de la Defensa, les es mostrado un recipiente metálico con dos manos amputadas flotando en formaldehído. Al tomarle las huellas digitales las mismas correspondieron con la cedula de identidad argentina No 3.524.272. La de Ernesto Guevara de la Serna.

En 1975, La CIA es intervenida por su intervención en la muerte de líderes políticos extranjeros y Félix Rodríguez fue interrogado sobre la muerte del Che. Uno de los puntos que se espera aclarar es el destino de sus manos. Rumores corrían de que las manos, una vez identificado el cuerpo fueron embaladas y enviadas a La Habana como regalo y advertencia a Fidel Castro y sus ideales expansionistas. Rodríguez declaró que no sabía nada del asunto. En su mano derecha, como recuerdo de esos días, le colgaba el Rolex que le había quitado a Guevara tras su fusilamiento y usaría con orgullo toda su vida.

En julio de 1995, el biógrafo norteamericano Jon Lee Anderson entrevistaba al general boliviano Mario vargas Salinas cuando este le confesó haber tomado parte en un enterramiento en Vallegrande donde el creía que estaba el Che. Anderson publicaría esto en un artículo en el New York Times que comenzaría una investigación de dos años que finalmente daría con los restos del Che el 5 de julio de 1997, cuando el mismo Anderson reportaría otra vez en el periódico neoyorquino que expertos estaban cien por ciento seguros que habían conseguido a Guevara.

La evidencia irrefutable eran los huesos de un hombre adulto al que le faltaban las dos manos.

En su último viaje el Che regresaría a su patria adoptiva, Cuba, llegando a La Habana el 13 de julio de 1997, para ser enterrado el 17 en la ciudad de Santa Clara.

A su muerte Guevara tenía 39 años.


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